¡Buenas grupo!
En esta entrada os paso el comentario de texto de uno de los textos de lectura obligatoria de la asignatura La Literatura española del siglo XX: hasta 1939.
Espero que os sea de ayuda.
Atentamente,
Alejandro Aguilar Bravo
Profesor - Tutor del centro UNED Melilla.
TEXTO 6.
ANTONIO MACHADO, "SOBRE LA DEFENSA Y LA DIFUSIÓN DE LA CULTURA. EL POETA Y EL PUEBLO" (1937, fragmento)
Discurso pronunciado en Valencia en la sesión de clausura del II Congreso Internacional de Escritores.
Cuando alguien me preguntó, hace ya muchos años, ¿piensa usted que el poeta debe escribir para el pueblo, o permanecer encerrado en su torre de marfil -era el tópico al uso de aquellos días- consagrado a una actividad aristocrática, en esferas de la cultura solo accesibles a una minoría selecta?, yo contesté con estas palabras, que a muchos parecieron un tanto evasivas o ingenuas: "Escribir para el pueblo -decía mi maestro- ¡qué más quisiera yo! Deseoso de escribir para el pueblo, aprendí de él cuanto pude, mucho menos -claro está- de lo que él sabe. Escribir para el pueblo es, por de pronto, escribir para el hombre de nuestra raza, de nuestra tierra, de nuestra habla, tres cosas de inagotable contenido que no acabamos nunca de conocer. Y es mucho más, porque escribir para el pueblo nos obliga a rebasar las fronteras de nuestra patria, es escribir también para los hombres de otras razas, de otras tierras y de otras lenguas. Escribir para el pueblo es llamarse Cervantes, en España, Shakespeare, en Inglaterra, Tolstoi, en Rusia. Es el milagro de los genios de la palabra. Tal vez alguno de ellos lo realizó sin saberlo, sin haberlo deseado siquiera. Día llegará en que sea la más consciente y suprema aspiración del poeta. En cuanto a mí, mero aprendiz de gay-saber, no creo haber pasado de folklorista, aprendiz, a mi modo, de saber popular". Mi respuesta era la de un español consciente de su hispanidad, que sabe, que necesita saber cómo en España casi todo lo grande es obra del pueblo o para el pueblo, cómo en España lo esencialmente aristocrático, en cierto modo, es lo popular. En los primeros meses de la guerra que hoy ensangrienta a España, cuando la contienda no había aún perdido su aspecto de mera guerra civil, yo escribí estas palabras que pretenden justificar mi fe democrática, mi creencia en la superioridad del pueblo sobre las clases privilegiadas. (Revista Hora de España, VIII, Valencia, agosto 1937, pp. 11-12).
Cómo plantear el comentario de un texto (Opcional)
- Para realizar correctamente el comentario de un texto de este temario es necesario seguir un proceso que nos permita comprender lo que el texto dice, pero sobre todo desde dónde lo dice y por qué lo dice. Lo primero siempre consiste en situar el texto: identificar al autor, el momento histórico y el movimiento cultural al que pertenece. No se trata de repetir datos de memoria, sino de entender qué clima intelectual rodea al fragmento. Por ejemplo, si el texto pertenece a la Generación del 98, debemos recordar que estos autores escriben en un contexto de crisis nacional, tras la pérdida de las últimas colonias, con una preocupación profunda por España y por la necesidad de regenerarla culturalmente. Esta localización inicial nos da la clave de lectura: explica por qué el autor escribe así y qué tipo de problemas le preocupan.
- Una vez situado el texto, debemos identificar el tema. Todo texto responde, directa o indirectamente, a una pregunta o conflicto: puede tratarse de la función de la cultura, la identidad de España, el sentido de la vida, la responsabilidad del intelectual, la evasión estética, la angustia existencial, la relación entre razón y fe… Es importante formular ese tema en términos claros, amplios y no anecdóticos. El tema no es “de qué habla”, sino qué problema humano y cultural está en juego. A continuación, es esencial poner el texto en diálogo con la teoría estudiada en clase. Aquí es donde demostramos comprensión real: relacionamos el contenido con las corrientes de pensamiento vistas en el temario. Si el texto defiende una cultura cercana al pueblo y crítica con las élites, lo vincularemos naturalmente con el regeneracionismo y la idea de la cultura como servicio público. Si reflexiona sobre el sentido de la vida, la muerte y la identidad, lo relacionaremos con la literatura existencial de Unamuno. Si apuesta por la belleza y la musicalidad del lenguaje, podremos conectarlo con el Modernismo. Si propone renovar España a través de la educación y el pensamiento crítico, lo relacionaremos con Ortega y la europeización. Este paso es la clave porque muestra que el texto no está aislado, sino que forma parte de un debate intelectual.
- Después de comprender lo que el autor dice y por qué, analizaremos cómo lo dice. El estilo no es decoración, sino expresión del pensamiento. Observaremos si utiliza un tono reflexivo, íntimo, ensayístico o retórico; si emplea la primera persona para transmitir experiencia y autoridad moral; si recurre a metáforas, antítesis o paralelismos para reforzar una idea; o si la estructura avanza como una explicación razonada o como una meditación personal. El lenguaje revela la actitud del autor: sobriedad y claridad en los escritores del 98, simbolismo y musicalidad en los modernistas, intensidad argumentativa en Unamuno, elegancia expositiva en Ortega.
- Finalmente, conviene cerrar el comentario con una síntesis que recoja el sentido profundo del texto. Más que repetir lo dicho, se trata de mostrar qué visión del ser humano o de la cultura transmite. Podemos concluir indicando qué idea esencial propone el autor para su tiempo —y, si procede, su vigencia para el nuestro—. De este modo, el comentario adquiere unidad y profundidad.
Comentario del fragmento

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