ANTOLOGÍA
POÉTICA DEL SIGLO DE ORO.
LITERATURA
CASTELLANA.
Renacimiento.
Los temas y motivos de la poesía
renacentista proceden del petrarquismo y la tradición clásica grecolatina. Del
Cancionero de Petrarca se toma la idealización de la mujer como símbolo
platónico del Bien y la Belleza y el amor como adoración espiritual a ese ser
angélico. También se adopta, a través de la obra de Garcilaso, la métrica
italiana: versos heptasílabos y endecasílabos, uso de liras, tercetos, silvas,
sonetos y octavas reales. De la literatura clásica grecolatina hay que destacar
la recuperación de tópicos literarios, la imitación de las odas de Horacio y
sus temas (como el elogio de la vida retirada), las imágenes pastoriles de las
églogas de Virgilio y, sobre todo, las referencias a la mitología, en muchas
ocasiones tomadas de las Metamorfosis de Ovidio.
Los poetas renacentistas que aparecen
en la selección son:
-
Garcilaso
de la Vega, en el que se aprecian la exquisita musicalidad y el perfecto
equilibrio estructural de la composición, alejado de los efectismos y de la
palabrería gratuita, todo ello muy acorde con los gustos renacentistas. Su obra
tendrá una influencia decisiva en toda la poesía de los Siglos de Oro, tanto en
los aspectos métricos y formales, como en los temas petrarquistas y clásicos.
-
Fray
Luis de León, que adapta a los temas religiosos, filosóficos y morales las
fórmulas poéticas introducidas por Garcilaso. Su poesía se compone casi
totalmente de odas escritas en liras. La influencia más constante es la de su
admirado Horacio.
-
San
Juan de la Cruz, que emplea la retórica amorosa del petrarquismo garcilasiano,
así como la métrica italiana (casi siempre liras), para explicar sus
experiencias místicas. También se incluye un villancico “a lo divino”, de tema místico.
Barroco.
La poesía tuvo un gran desarrollo en
el Barroco, era una poesía de contrastes, en la que había una veta meditativa y
a la vez se trataban los temas con una perspectiva burlesca. El Barroco
constituye el periodo de mayor auge de la poesía satírica; en cuanto a la
métrica, si bien continúa la influencia de los versos y estrofas italianos
(sobre todo el soneto), se recuperan también algunas composiciones de origen
medieval, más populares, como los villancicos, que se llamarán letrillas, y,
sobre todo, el romance.
Durante este movimiento cultural se
desarrollarán dos grandes corrientes estéticas, no siempre opuestas, sino más
bien complementarias:
-
el
culteranismo o gongorismo, se identifica por el abuso de recursos estilísticos
como los utilizados por Góngora en las Soledades y en Polifemo: metáforas
rebuscadas, imágenes sorprendentes, hipérbatos y sintaxis latinizante,
cultismos (palabras latinas), alusiones a la mitología clásica, recursos
fónicos que refuerzan la musicalidad...
-
el
conceptismo, que se sirve más del
concepto, de la idea; se inclina por los juegos de palabras basados en el
significado y el ingenio (dilogías, polisemias, calambur, paranomasia,
retruécanos) y es muy propenso a la ironía y el sarcasmo. Quevedo es el autor
más representativo de esta corriente.
Los poetas barrocos que aparecen la
selección son:
-
Luis
de Góngora, representado con poemas más sencillos y populares como el romance y
las letrillas; y el más culterano, con un fragmento de las Soledades y un
soneto de artificiosa complejidad.
-
Félix
Lope de Vega, a igual distancia de una y
otra tendencia, la poesía de Lope trata temas profanos y religiosos, en muchas
ocasiones relacionados con sus propias vivencias y estados de ánimo. En la
selección podemos encontrar sonetos amorosos y religiosos, asi como un romance
autobiográfico en clave morisca, y el ingenioso soneto improvisado.
-
Francisco
de Quevedo, el más famoso de los poetas satíricos y el más representativo de la
tendencia conceptista. En la selección vemos muestras de su vena crítica
humorística en la letrilla, de su corrosiva burla en los sonetos a una nariz y
a una mujer puntiaguda con enaguas, y de su gravedad filosófica en temas más
serios, como el paso del tiempo y la inexorabilidad de la muerte, en otros dos
sonetos.
Soneto XXIII.
Garcilaso de la Vega.
En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende al corazón y lo refrena;
y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.
El soneto es una combinación estrófica formada por dos cuartetos y dos tercetos de versos endecasílabos y rima consonante. Los cuartetos riman ABBA y los tercetos, en este caso, CDE
DCE. Los tercetos pueden variar el orden de la rima, no así los cuartetos. Garcilaso fue el poeta que puso de moda este tipo de composición, de procedencia italiana, en la literatura española. También fue el propagador de otros usos métricos italianos como los versos endecasílabos y heptasílabos, o las liras, silvas, tercetos encadenados y octavas reales, en lo concerniente a las estrofas
En este soneto petrarquista, Garcilaso de la Vega describe el ideal de belleza femenina en los dos primeros cuartetos, ideal que representa su amada Isabel Freire (de piel blanca y rosada, mirada apasionada y honesta, ya que es una mujer casada, rubia, cuello blanco y esbelto). Se corresponde con la donna angelicata, mujer que representa con su belleza un estímulo para la espiritualidad del poeta. En los dos tercetos se trata el tema del carpe diem, disfrutar el presente pues la juventud pasa deprisa. Las figuras retóricas más destacadas: anáfora del principio de los cuartetos (en tanto que), metáforas en la enumeracion descriptiva (rosa, azucena, oro), enumeración (mueve, esparce y desordena), epítetos (alegre primavera, dulce fruto, hermosa cumbre), paronomasia (cubra cumbre), personificación (el tiempo airado)
Canción V. Oda a la flor de Gnido. Garcilaso de la Vega.
Si de mi baxa lira
tanto pudiese el son, que en un momento
aplacase la ira
del animoso viento
y la furia del mar y el movimiento;
y en ásperas montañas
con el suave canto enterneciese
las fieras alimañas,
los árboles moviese,
y al son confusamente los traxese;
no pienses que cantado
sería de mí, hermosa flor de Gnido,
el fiero Marte airado,
a muerte convertido,
de polvo y sangre, y de sudor teñido;
ni aquellos capitanes
en las sublimes ruedas colocados,
por quien los alemanes
el fiero cuello atados,
y los franceses van domesticados.
Mas solamente aquella
fuerza de tu beldad sería cantada,
y alguna vez con ella
también sería notada
el aspereza de que estás armada;
y cómo por ti sola,
y por tu gran valor y fermosura,
convertido en viola,
llora su desventura
el miserable amante en tu figura.
Hablo de aquel cautivo,
de quien tener se debe más cuidado,
que está muriendo vivo,
al remo condenado,
en la concha de Venus amarrado.
Por ti, como solía,
del áspero caballo no corrige
la furia y gallardía
ni con freno le rige,
ni con vivas espuelas ya le aflige.
Por ti, con diestra mano,
no revuelve la espada presurosa,
y en el dudoso llano
huye la polvorosa
palestra como sierpe ponzoñosa.
Por ti, su blanda musa,
en lugar de la cítara sonante,
tristes querellas usa,
que con llanto abundante
hacen bañar el rostro del amante.
Por ti, el mayor amigo
le es importuno, grave y enojoso;
yo puedo ser testigo
que ya del peligroso
naufragio fui su puerto y su reposo.
Y agora en tal manera
vence el dolor a la razón perdida,
que ponzoñosa fiera
nunca fue aborrecida
tanto como yo dél, ni tan temida.
No fuiste tú engendrada
ni producida de la dura tierra;
no debe ser notada
que ingratamente yerra
quien todo el otro error de sí destierra.
Hágate temerosa
el caso de Anaxárate, y cobarde,
que de ser desdeñosa
se arrepintió muy tarde;
y así, su alma con su mármol arde.
Estábase alegrando
del mal ajeno el pecho empedernido,
cuando abaxo mirando
el cuerpo muerto vido
del miserable amante, allí tendido.
Y al cuello el lazo atado
con que desenlazó de la cadena
el corazón cuitado,
que con su breve pena
compró la plena punición ajena.
Sintió allí convertirse
en piedad amorosa el aspereza.
¡Oh tardo arrepentirse!
¡Oh última terneza!
¿Cómo te sucedió mayor dureza?
Los ojos se enclavaron
en el tendido cuerpo que allí vieron;
los huesos se tornaron
más duros y crecieron,
y en sí toda la carne convirtieron;
las entrañas heladas
tornaron poco a poco en piedra dura;
por las venas cuitadas
la sangre su figura
iba desconociendo y su natura;
hasta que finalmente
en duro mármol vuelta y transformada,
hizo de sí la gente
no tan maravillada
cuanto de aquella ingratitud vengada.
No quieras tú, señora,
de Némesis airada las saetas
probar, por Dios, agora;
baste que tus perfetas
obras y fermosura a los poetas
den inmortal materia,
sin que también en verso lamentable
celebren la miseria
de algún caso notable
que por ti pase triste y miserable.
Esta oda está escrita en liras, es la primera vez que se usa esta estrofa en castellano y de ahí viene el nombre de la estrofa. Está dirigida a una dama napolitana, Violante Sanseverino (hay una alusión a su nombre al referirse al instrumento musical llamado viola), para interceder por su amigo, Mario Galeota, que estaba enamorado de ella y al que no hacía caso.
En las dos primeras estrofas expresa su deseo de que su poesía tuviera la virtud de calmar la furia de los elementos y de las fieras, como sucedía con la música de Orfeo (referencia al mito).
Si así fuese no cantaría a las victorias militares, recordemos que él era soldado, como su amigo, y que estaban en una campaña militar en Italia (alusiones al dios de la guerra, Marte, y a los enemigos vencidos, franceses y alemanes). En la 5ª y 6ª estrofa, introduce el verdadero tema, la belleza de la dama y su dureza ante los requerimientos del desdichado amante. En la 6ª y 7ª liras hace un juego de palabras con los nombres de la pareja, él llora convertido en viola y rema condenado en la concha de Venus (diosa del amor), el nombre Galeota se parece a galeote, que quiere decir precisamente condenado a remar en galeras. Las cuatro siguientes estrofas comienzan con una anáfora, en todas se describen los efectos del amor no correspondido en su amigo: ya no cabalga, ni lucha, llora amargamente y rehúye a los amigos. En la siguiente, explica que incluso huye de él, como si fuera una serpiente venenosa. En la siguiente le dice elegantemente que quien tiene tantos aciertos no ha de cometer un fallo como el de despreciar a su amigo. Para ilustrar lo negativo del desprecio le explica la historia de Anaráxate, mito que aparece en Las Metamorfosis del poeta latino Ovidio. Se recrea en la plasticidad de la transformación de la ninfa en una estatua, por haber provocado con su desdén el suicidio de su infeliz amante. Las dos últimas estrofas concluyen el propósito de la oda, pedirle a la bella dama que no dé motivo a los poetas para explicar una trágica historia similar a la de Anaráxate (referencia a la diosa mítica de la venganza, Némesis).
En cuanto a las figuras retóricas, hay que destacar el uso del epíteto (baja lira, animoso viento, ásperas montañas, suave viento), la polisíndeton (el uso excesivo de la y ), las metáforas y juegos de palabras (con los nombres de los protagonistas), las exclamaciones e interrogaciones retóricas, las anáforas...
Soneto
V. Garcilaso de la Vega.
Escrito está en mi alma vuestro gesto
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribistes, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto
.
En esto estoy y estaré
siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.
Yo no nací sino para
quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma misma os quiero;
cuanto tengo confieso yo
deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir y por vos muero.
Soneto claramente petrarquista de
Garcilaso de la Vega. Dedicado a Isabel Freire en vida, es una declaración de
amor puro, idealizado, a la manera petrarquista. Con un lenguaje cortés,
dirigiéndose a ella de vos, la hace responsable de su poesía, ya que es la
fuente inspiradora de su amor, el poeta se limita a describir la perfección que
ve, con lo que la figura de la mujer aparece divinizada. Hay que notar el campo semántico propio de lo
religioso para referirse a su amor, lo que descarta cualquier sombra de pecado
(alma, bien, creo, fe, hábito, confieso). En la poesía petrarquista el amor es
siempre una ideal inalcanzable, ya que la dama está casada y es perfecta, tan
pura como bella.
En los dos primeros cuartetos, con
aliteraciones y repeticiones de palabras, viene a decir que ella está grabada
en su alma de tal forma que lo que él escribe es como si lo escribiera ella y
que su belleza es tal que no alcanza a su comprensión, pero aun así cree en
ella como se cree en Dios, aunque no se le comprenda.
En los tercetos confiesa su total
dependencia de ella, su alma, su vida, todo lo que él es y tiene, no existirían sin ella.
Hay que destacar en cuanto a las
figuras retóricas las aliteraciones y repeticiones (est, escribir, alma, vos),
el hipérbaton, las anàforas y paralelismos de los versos finales, el juego de
palabras con morir y muero (futuro real y presente figurado, para expresar el
sufrimiento de su imposible amor), las metáforas (escrito en el alma, hábito
cortado).
Soneto X. Garcilaso de la Vega.
¡Oh dulces prendas, por mi mal halladas,
dulces y alegres cuando Dios quería!
Juntas estáis en la memoria mía,
y con ella en mi muerte conjuradas.
¿Quién me dijera, cuando en las pasadas 5
horas en tanto bien por vos me vía,
que me habíais de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?
Pues en un hora junto me llevastes
todo el bien que por términos me distes, 10
llevadme junto el mal que me dejastes.
Si no, sospecharé que me pusistes
en tantos bienes porque deseastes
verme morir entre memorias tristes.
Otro soneto petrarquista de
Garcilaso, este también dedicado a Isabel Freire, pero ya después de su
muerte. Las prendas a las que se refiere
no sabemos qué son exactamente, pero vemos que provocan el triste recuerdo que
da pie al poema. La fuerza de toda la composición radica en la idea de que lo
que en su momento era motivo de alegría y felicidad, ahora es motivo de
tristeza y dolor. Ese contraste que representan las prendas cuando vivía y
cuando ya no vive su dueña, hacen pensar al poeta que es mucho peor el dolor
cuando antes se ha sido feliz por la misma causa.
La estructura del soneto es
claramente argumentativa. El primer cuarteto, de tono exclamativo, presenta la
tesis: las prendas y sus recuerdos se han unido para torturarle. En el segundo,
todo él una interrogación retórica, se pregunta cómo se podía imaginar que un
motivo de felicidad podía convertirse en motivo de desgracia.
En el primer terceto, mediante la
antítesis bien/mal pide que ya que le han quitado lo que más quería que no le
dejen solo el dolor. El terceto final cierra el poema con una conclusión
reflexiva, la sospecha de que la razón de haberle dado la anterior felicidad
era la de hacerle un daño más profundo.
Hay que destacar el calambur y la
aliteración del último verso, que refuerza genialmente el tono triste de todo
el soneto ( verme morir entre memorias tristes)
Oda a la vida retirada.
FRAY LUIS DE LEÓN.
¡Qué descansada vida
la del que huye el mundanal ruido
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!
Que no le enturbia el
pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio moro, en jaspes sustentado.
No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.
¿Qué presta a mi
contento,
si soy del vano dedo señalado,
si en busca de este viento
ando desalentado
con ansias vivas, con mortal cuidado?
¡Oh monte, oh fuente, oh
río!
¡Oh secreto seguro, deleitoso!
Roto casi el navío
a vuestro almo reposo,
huyo de aqueste mar tempestuoso.
Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de quien la sangre ensalza o el dinero.
Despiértenme las aves
con su cantar sabroso no aprendido,
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
el que al ajeno arbitrio está atenido.
Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.
Del monte en la ladera
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera,
de bella flor cubierto,
ya muestra en esperanza el fruto cierto.
Y como codiciosa
por ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.
Y luego sosegada,
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo,
y con diversas flores va esparciendo.
El aire el huerto orea
y ofrece mil olores al sentido,
los árboles menea
con un manso rüido
que del oro y del cetro pone olvido.
Ténganse su tesoro
los que de un falso leño se confían:
no es mío ver el lloro
de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían.
La combatida antena
cruje, y en ciega noche el claro día
se torna, al cielo suena
confusa vocería,
y la mar enriquecen a porfía.
A mí una pobrecilla
mesa de amable paz bien abastada
me basta, y la vajilla
de fino oro labrada
sea de quien la mar no teme airada.
Y mientras miserable-
mente se están los otros abrasando
con sed insacïable
del no durable mando,
tendido yo a la sombra esté cantando
A la sombra tendido,
de hiedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce, acordado
del plectro sabiamente meneado.
En esta oda de Fray Luis , como en
todas las de la selección, encontramos la lira como estrofa. Fray Luis de León
y San Juan de la Cruz van a utilizar preferentemente la lira como vehículo de
sus poemas religiosos y morales.
Paradigma de la lira: 7a, 11B, 7a, 7b, 11 B. Rima consonante.
Como en otras odas, Fray Luis toma
modelo a su admirado poeta latino Horacio. Concretamente se trata de una
versión del Beatus ille horaciano,
donde se expone el tema de las ventajas de la vida en el campo, apartado de las
ambiciones y de las rivalidades de la corte o ciudad. También aparece como tema
el tópico de la aurea mediocritas o dorada medianía, es decir, que es mejor no
destacar de los demás y conformarse con una vida sencilla, mediocre, sin fama
ni gloria ni riquezas, pero tranquila y feliz.
En la primera estrofa, ya aparece el
tema, con la exclamación elogia “la escondida senda de los sabios”, metáfora de la vida sencilla y apartada del
poder y la competitividad. En la segunda
y la tercera, con una serie de metonimias, epítetos, hipérbatos y
encabalgamientos suaves y abruptos, nos dice que los que siguen esa vida no
sienten envidia ni deseos de riquezas ni de fama ni de gloria. En la siguiente,
con una interrogación retórica se pregunta si vale la pena vivir siendo
envidiado por los demás y teniendo preocupaciones. En la siguiente, con
enumeraciones y exclamaciones retóricas da las primeras pinceladas del locus amoenus que desarrollará al final del poema (tópico latino que consiste en describir un
lugar agradable, en el campo, que representa la tranquilidad y la felicidad y,
en algunos casos, un lugar propicio para el amor). Aparece después una
referencia a las naves y a los mercaderes, tomada del poema de Horacio, para
contraponer los riesgos de esa vidad de preocupaciones con la tranquilidad de
la vida retirada que describe a continuación:
las aves que le despiertan, la soledad en el campo, el huerto y sus
plantas, la tranquilidad... lo vuelve a
contraponer con la descripción de un naufragio (tomado también del poema de
Horacio) y concluye en las dos últimas estrofas que mientras otros, por su
ambición, arden de sed, él se siente como un humilde rey coronado con el laurel
y la hiedra, que simbolizan la humildad y el verdadero triunfo sobre las
pasiones, en la calma de su huerto, escuchando la música de la vida, obra
maestra creada por Dios.
ODA AL LICENCIADO JUAN
DE GRIAL. FRAY LUIS DE LEÓN.
Recoge ya en el seno
el campo su hermosura,
el cielo aoja
con luz triste el ameno
verdor, y hoja a hoja
las cimas de los
árboles despoja.
Ya Febo inclina el paso
al resplandor Egeo, ya
del día
las horas corta escaso;
ya Eolo al mediodía
soplando espesas nubes
nos envía.
Ya el ave vengadora
del Ibico navega los
nublados,
y con voz ronca llora,
y al yugo el cuello
atados
los bueyes van
rompiendo los sembrados.
El tiempo nos convida
a los estudios nobles y
la fama,
Grial, a la subida
del sacro monte llama,
do no podrá subir la
postrer llama.
Alarga el bien guiado
paso, y la cuesta vence,
y solo gana
la cumbre del collado;
y do más pura mana
la fuente, satisfaz tu
ardiente gana.
No cures si el perdido
error admira el oro y
va sediento
en pos de un bien
fingido;
que no ansí vuela el
viento,
cuanto es fugaz y vano
aquel contento.
Escribe lo que Febo
te dicta favorable, que
lo antigo
iguala y pasa el nuevo
estilo; y caro amigo
no esperes que podré
atener contigo.
Que yo de un torbellino
traidor acometido y
derrocado
de en medio del camino
al hondo, el plectro
amado
y del vuelo las alas he
quebrado.
En esta oda en liras,
Fray Luis vuelve a inspirarse en su admirado poeta latino Horacio para tratar
el tema de su preferencia por la poesía lírica, en vez de por la épica, como le
proponía su amigo Grial.
En las tres primeras
estrofas describe poéticamente la llegada del otoño, que puede referirse
también al periodo de la madurez, no sólo a la estación del año. Para ello
utiliza varias imágenes metafóricas con referencias a mitos: la diosa Flora
recoge las flores en su seno; el dios del Sol, Febo, está más bajo y se acerca
al mar, Egeo; el dios del viento, Eolo, envía nubes. Y enumera también otras
imágenes tópicas del otoño como la caída de las hojas, la migración de las
cigüeñas y el arado de los campos.
Todo esto invita al
estudio y, más concretamente, al cultivo de la poesía lírica: subida al sacro
monte Parnaso, residencia de las musas de la poesía, y la fuente pura,
Castalia, otro mito que representa la poesía.
En la quinta y sexta
estrofas le dice que no se preocupe si otros se equivocan al preferir las
modas, la fama y el oro, porque eso no es duradero, y le anima a escribir
siguiendo a los clásicos, como él hace inspirándose en Horacio.
En la última estrofa,
le dice que él no podrá hacer lo mismo, puesto que, utilizando una serie de
metáforas, le explica que lo han derribado y quebrado sus alas y su plectro, es
decir, la libertad de escribir. Se refiere por tanto a su encarcelamiento por
la Inquisición.
ODA DE LA VIDA EN EL CIELO. FRAY LUIS DE LEÓN,
Alma región luciente,
prado de bienandanza,
que ni al hielo
ni con rayo ardiente
fallece, fértil suelo,
producidor eterno de
consuelo;
de púrpura y de nieve
florida, la cabeza
coronado,
a dulces pastos mueve
sin honda ni cayado
el buen Pastor en ti su
hato amado.
Él va, y en pos dichosas
le siguen sus ovejas do
las pace
con inmortales rosas,
con flor que siempre
nace,
y cuanto más se goza
más renace.
Ya dentro a la montaña
del alto bien las guía;
ya en la vena
del gozo fiel las baña,
y les da mesa llena,
Pastor y pasto él solo
y suerte buena.
Y de su esfera cuando
la cumbre toca altísimo
subido
el sol, él sesteando
de su hato ceñido
con dulce son deleita
el santo oído.
Toca el rabel sonoro,
y el inmortal dulzor al
alma pasa,
con que envilece el
oro,
y ardiendo se traspasa
y lanza en aquel bien
libre de tasa.
¡Oh son! ¡Oh voz! ¡Siquiera
pequeña parte alguna
decendiese
en mi sentido, y fuera
de sí el alma pusiese
y toda en ti, oh Amor,
la convirtiese!
Conocería
dónde
sesteas, dulce Esposo,
y desatada
desta prisión adonde
padece, a tu manada
viviera junta, sin
vagar errada.
En este poema en liras Fray Luis
describe alegóricamente el cielo utilizando una serie de símbolos tomados de la
poesía bucólica o pastoril; a la manera de Virgilio, convierte el locus
amoenus, el agradable lugar de las églogas donde las pastores vivían sus
amores, en el cielo cristiano . Así el
prado, los pastos, las flores, el rebaño y el pastor, se transforman en un
cielo donde las almas son eternamente felices junto a Dios, el Buen
Pastor. La descripción de la vida
campestre, del pastor y sus ovejas, de la tranquilidad, la belleza, la música,
es pues una imagen alegórica de la eternidad que Dios otorga a las almas cristianas.
En las dos últimas estrofas, Fray
Luis expresa su deseo, después de las exclamaciones retóricas, de sentir esa
voz, esa música celestiales, de vivir una experiencia mística y fundirse con la
divinidad, dulce Esposo, y abandonar la prisión del cuerpo para que así pueda
vagar el alma, libre ya de penas y errores,
por ese locus amoenus deseado que es el cielo de la doctrina cristiana.
Las figuras retóricas más destacadas,
aparte de los símbolos y metáforas que forman la alegoría, son los hipérbatos y
encabalgamientos típicos del poeta, los epítetos (alma región, fértil suelo,
dulce Esposo, dulces pastos, alto bien, inmortales rosas), la paronomasia y
paradoja “pastor y pasto”, la enumeración, la polisíndeton de la y.
La noche oscura. San Juan de la Cruz.
Canciones del alma que se goza de haber llegado al
alto estado de la perfección, que es la unión con Dios,
por el camino de la negación espiritual.
En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada,
(¡oh dichosa ventura!)
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada. 5
A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
(¡oh dichosa ventura!)
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada. 10
En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz ni guía
sino la que en el corazón ardía. 15
Aquésta me guïaba
más cierta que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía. 20
¡Oh noche que me guiaste!,
¡oh noche amable más que el alborada!,
¡oh noche que juntaste
amado con amada,
amada en el amado transformada! 25
En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba. 30
El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía. 35
Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el amado,
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado. 40
En estas liras, San Juan de la Cruz
explica de forma alegórica, como si se tratara del encuentro entre dos amantes,
las tres etapas o vías de la experiencia mística: vía purgativa (limpiar el
cuerpo de sentimientos materiales), vía iluminativa (elevación del
entendimiento hacia Dios) y vía unitiva (fusión del alma con Dios).
La noche oscura, propicia para el
encuentro amoroso, simboliza la negación de los sentidos, así el alma puede
escapar del cuerpo (la mujer escapando de la casa para ir al encuentro del
amado). La luz simboliza el alma y la divinidad, la luz guía por tanto a los
enamorados. En la quinta lira, llena de exclamaciones y anáforas, se produce el
encuentro, el éxtasis místico, la unión. El quiasmo y la aliteración con que se
cierra la estrofa, refuerza el sentido de unión y confusión entre el alma y
Dios, entre los dos amantes.
En las tres últimas estrofas, con
referencias al Cantar de los Cantares de la Biblia, y por tanto a la versión
que hizo del mismo el propio San Juan en su Cántico espiritual, se recrea la
escena amorosa entre el alma y el Esposo, que descansan como dos enamorados
después del encuentro amoroso. El éxtasis, el olvido de sí mismo, dejándose en
la voluntad de Dios, el Amado, se expresa con una enumeración de verbos y una
imagen erótica que significan el estado
de beatitud en que ha quedado el alma, que ya pertenece a Dios (símbolo de las
azucenas, la pureza y la “virginidad” olvidada)
Llama de amor viva. San Juan de la Cruz.
¡Oh llama de amor viva
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva
acaba ya si quieres, 5
¡rompe la tela de este dulce encuentro!
¡Oh cauterio süave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado
que a vida eterna sabe 10
y toda deuda paga!
Matando, muerte en vida has trocado.
¡Oh lámparas de fuego
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido, 15
que estaba oscuro y ciego,
con estraños primores
color y luz dan junto a su querido!
¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno 20
donde secretamente solo moras,
y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno,
cuán delicadamente me enamoras!
La estrofa utilizada es una
modificación de la lira tradicional compuesta por seis versos de rima
consonante siguiendo el paradigma
7a 7b 11c 7a 7b 11c.
Se trata de otro poema místico de San
Juan en que expresa con gran exaltación la felicidad de la unión mística del
alma y Dios. El fuego y la luz de la llama simbolizan el amor y el conocimiento
divino. Las paradojas (cauterio suave, regalada llaga, tiernamente hieres, matando
muerte en vida has trocado) realzan el sufrimiento que es a la vez placer,
porque la muerte del cuerpo y los sentidos dan la vida superior, la experiencia
mística que él quisiera ya permanente, por eso pide la muerte, para no tener
que retornar ya más al mundo material
(rompe la tela de este dulce encuentro), como si la muerte fuera el
propio acto amoroso del alma con Dios.
Es de notar también la alusión
platónica en la antítesis de oscuridad y luz de la tercera estrofa, las
cavernas del sentido se contraponen a las lámparas de fuego del amado.
Como es habitual en San Juan el
lenguaje erótico sirve para representar la experiencia mística, por eso en la
última estrofa hay una imagen de encuentro amoroso entre el alma y Dios
representados como la mujer y su amante, que despierta en su seno.
San Juan de la Cruz. Tras de un amoroso lance...
Tras de un amoroso lance
y no de esperanza falto
volé tan alto tan alto
que le di a la caza alcance. (cabeza o estribillo)
y no de esperanza falto
volé tan alto tan alto
que le di a la caza alcance. (cabeza o estribillo)
Para que yo alcance
diese
a aqueste lance divino
tanto volar me convino
que de vista me perdiese
y con todo en este trance
en el vuelo quedé falto (mudanza, los 6 versos)
mas el amor fue tan alto (enlace)
que le di a la caza alcance. (estribillo)
a aqueste lance divino
tanto volar me convino
que de vista me perdiese
y con todo en este trance
en el vuelo quedé falto (mudanza, los 6 versos)
mas el amor fue tan alto (enlace)
que le di a la caza alcance. (estribillo)
Cuanto más alto subía
deslumbróseme la vista
y la más fuerte conquista
en escuro se hacía
mas, por ser de amor el lance
di un ciego y oscuro salto
y fui tan alto tan alto
que le di a la caza alcance.
deslumbróseme la vista
y la más fuerte conquista
en escuro se hacía
mas, por ser de amor el lance
di un ciego y oscuro salto
y fui tan alto tan alto
que le di a la caza alcance.
Cuanto más alto llegaba
de este lance tan subido
tanto más bajo y rendido
y abatido me hallaba
dije: No habrá quien alcance.
Abatíme tanto tanto
que fui tan alto tan alto
que le di a la caza alcance.
de este lance tan subido
tanto más bajo y rendido
y abatido me hallaba
dije: No habrá quien alcance.
Abatíme tanto tanto
que fui tan alto tan alto
que le di a la caza alcance.
Por una extraña manera
mil vuelos pasé de un vuelo
porque esperanza de cielo
tanto alcanza cuanto espera
esperé solo este lance
y en esperar no fui falto
pues fui tan alto tan alto,
que le di a la caza alcance.
mil vuelos pasé de un vuelo
porque esperanza de cielo
tanto alcanza cuanto espera
esperé solo este lance
y en esperar no fui falto
pues fui tan alto tan alto,
que le di a la caza alcance.
La estrofa utilizada es la
redondilla, se repite la estructura 8a 8b 8b 8a, en rima consonante. A partir
de la segunda estrofa se usan redondillas dobles. El poema tiene forma de villancico, canción
tradicional de origen medieval que se compone de una cabeza (la primera
estrofa) y un pie que consta de estrofas nuevas
en las que repite el estribillo
al final de cada una; el estribillo se
engarza a la mudanza (estrofas nuevas)
con un verso de enlace. El estribillo se cantaba a coro, mientras que el
resto del poema lo cantaba una voz solista.
Aquí San Juan utiliza el lenguaje de
la cetrería (la caza con aves rapaces como halcones) para representar la
experiencia mística. Él mismo convertido en una especie de halcón, vuela a lo
más alto para cazar la presa, pero en seguida vemos que la caza simbólica es un
acto de amor divino, lo dice en los epítetos (amoroso lance) y más tarde con el
adjetivo detras (lance divino). La
hipérbole o exageración está plenamente justificada porque su propósito es
también exagerado, llegar a lo más alto, a Dios. Por eso vemos que hay momentos
en que pierde de vista el suelo (lo material, pérdida de los sentidos o vía
purgativa), y cuanto más alto llega más cansado se halla (el desfallecimiento
del éxtasis).
Es de notar la paronomasia del
estribillo (caza, alncance) que pone énfasis en la unión, puesto que alcanzar
la caza es conseguir llegar al amor divino.
La más bella niña. Luis de Góngora
La más bella niña
de nuestro lugar,
hoy viuda y sola
y ayer por casar,
viendo que sus ojos
a la guerra van,
a su madre dice
que escucha su mal:
Dexadme llorar,
orillas del mar.
de nuestro lugar,
hoy viuda y sola
y ayer por casar,
viendo que sus ojos
a la guerra van,
a su madre dice
que escucha su mal:
Dexadme llorar,
orillas del mar.
Pues me distes, madre,
en tan tierna edad
tan corto el placer,
tan largo el penar,
y me cautivastes
de quien hoy se va
y lleva las llaves
de mi libertad.
Dexadme llorar,
orillas del mar.
En llorar conviertan
mis ojos de hoy más
el sabroso oficio
del dulce mirar,
pues que no se pueden
mejor ocupar
yéndose a la guerra
quien era mi paz.
Dexadme llorar,
orillas del mar.
No me pongáis freno
ni queráis culpar,
que lo uno es justo,
lo otro por demás.
Si me queréis bien
no me hagáis mal;
harto peor fue
morir y callar.
Dexadme llorar,
orillas del mar.
Dulce madre mía,
¿quién no llorará,
aunque tenga el pecho
como un pedernal,
y no dará voces
viendo marchitar
los más verdes años
de mi mocedad?
Dexadme llorar,
orillas del mar.
Váyanse las noche,
pues ido se han
los ojos que hacían
los míos velar;
váyanse, y no vean
tanta soledad
después que en mi lecho
sobra la mitad.
Dexadme llorar,
orillas del mar.
La estrofa utilizada es el
romancillo, versos hexasílabos que riman
en asonante los pares quedando sueltos los impares, dispuestos en grupos de ocho versos rematados
por un estribillo que forma un pareado.
Góngora imita las canciones
tradicionales medievales al utilizar un estribillo y una estrofa típica de las
historias cantadas en verso. Se nota sin embargo que es un poema culto, no
folcklórico, en la perfección de la métrica y de la estructura interna, así
como en el uso de figuras
retóricas. Es muy habitual en el Barroco
componer letrillas y romances a la manera medieval, pero con los recursos más
cultos de la época.
En la primera estrofa encontramos la
presentación del tema, la hermosa niña que se desahoga ante su madre por su
casamiento. En las siguientes desarrolla el tema, en forma de soliloquio, la
voz de la protagonista se queja de que la hayan casado tan joven y de la
perspectiva de vivir sola toda la vida porque su marido se va a la guerra.
Las figuras más destacadas serían: la
elipsis del verbo (hoy viuda y sola, ayer por casar), paralelismo (tan corto el
placer, tan largo el penar), antítesis (placer/penar, guerra/paz, bien/mal,
viuda/por casar, ayer/hoy), sinécdoque o metonimia (sus ojos), comparación
(como un pedernal), metáforas (me cautivastes por me casatéis, llaves de mi
libertad por matrimonio).
Luis de Góngora: Ándeme yo caliente y ríase la gente.
Ándeme yo caliente
y ríase la gente.
Traten otros del gobierno
del mundo y sus monarquías,
mientras gobiernan mis días 5
mantequillas y pan tierno;
y las mañanas de invierno
naranjada y aguardiente,(1)
y ríase la gente.
y ríase la gente.
Traten otros del gobierno
del mundo y sus monarquías,
mientras gobiernan mis días 5
mantequillas y pan tierno;
y las mañanas de invierno
naranjada y aguardiente,(1)
y ríase la gente.
Coma en dorada vajilla 10
el Príncipe mil cuidados,
como píldoras dorados;(2)
que yo en mi pobre mesilla
quiero más una morcilla(3)
que en el asador reviente, 15
y ríase la gente.
Cuando cubra las montañas
de blanca nieve el enero,
tenga yo lleno el brasero
de bellotas y castañas, 20
y quien las dulces patrañas
del Rey que rabió me cuente,(4)
y ríase la gente.
Busque muy en hora buena
el mercader nuevos soles,(5) 25
yo conchas y caracoles
entre la menuda arena,
escuchando a Filomena (6)
sobre el chopo de la fuente,
y ríase la gente. 30
Pase a medianoche el mar
y arda en amorosa llama
Leandro por ver su dama,(7)
que yo más quiero pasar
del golfo de mi lagar 35
la blanca o roja corriente,(8)
y ríase la gente.
Pues Amor es tan cruel
que de Píramo y su amada
hace tálamo una espada, 40
do se juntan ella y él,(9)
sea mi Tisbe un pastel
y la espada sea mi diente,
y ríase la gente.
ACLARACIONES SOBRE
VOCABULARIO
1. naranjada: mermelada de naranja.
2. Las mil preocupaciones (cuidados) del príncipe, no tendrán solución
(como píldoras dorados) por comer con vajilla dorada.
3. quiero más: prefiero.
4. Por las patrañas o cuento del Rey que rabió se entiende cualquier cuento antiguo o de tradición oral.
5. Nuevos continentes o países, para comerciar y amasar fortunas.
6. Filomena: el ruiseñor.
7. Leandro pasaba cada noche a nado el estrecho de Dardanelos para encontrarse a su amada Hero, hasta que una noche muere ahogado y ella se suicida tirándose al mar también. Góngora se burla de estos desgraciados amantes y de los que vienen a continuación.
8. Tragarme el vino blanco o tinto.
9. Las ropas ensangrentadas de Píramo hacen suponer a Tisbe que ha muerto, por lo que se suicida clavándose una espada, en la que también se ensarta él cuando la ve.Por eso la espada es el lecho conyugal (tálamo) de los amantes. Góngora se burla de ello en la conclusión del poema.
1. naranjada: mermelada de naranja.
2. Las mil preocupaciones (cuidados) del príncipe, no tendrán solución
(como píldoras dorados) por comer con vajilla dorada.
3. quiero más: prefiero.
4. Por las patrañas o cuento del Rey que rabió se entiende cualquier cuento antiguo o de tradición oral.
5. Nuevos continentes o países, para comerciar y amasar fortunas.
6. Filomena: el ruiseñor.
7. Leandro pasaba cada noche a nado el estrecho de Dardanelos para encontrarse a su amada Hero, hasta que una noche muere ahogado y ella se suicida tirándose al mar también. Góngora se burla de estos desgraciados amantes y de los que vienen a continuación.
8. Tragarme el vino blanco o tinto.
9. Las ropas ensangrentadas de Píramo hacen suponer a Tisbe que ha muerto, por lo que se suicida clavándose una espada, en la que también se ensarta él cuando la ve.Por eso la espada es el lecho conyugal (tálamo) de los amantes. Góngora se burla de ello en la conclusión del poema.
En esta letrilla,
podríamos decir que lo que Góngora lleva a cabo es, en definitiva, una versión
satírica del tópico del Beatus ille, sirviéndose para
ello de un motivo tradicional, del cual provienen los versos que encabezan la
composición: “Ándeme yo caliente/ y
ríase la gente“.
En efecto, el contenido fundamental del poema, no es otro que una deformación burlesca de aquellos motivos con los cuales solía desarrollarse convencionalmente ese tópico clásico cuya fuente última suele ser Horacio y su poema del mismo título, Beatus ille, que había versionado fray Luis de León en su celebérrimo poema “Oda a la vida retirada”.
Ahora bien, lo que Horacio elegantemente expone en su ÉpodoII “Beatus ille qui procul negotiis…“, es una exaltación del ideal epicúreo (lindante con el estoicismo) de la sobriedad y la austeridad de una vida sencilla alejada de todo afán o preocupación.
Tan nobles ideales, en la irreverente letrilla de Góngora dan paso a un desenfadado canto hedonista que debemos poner en relación con los contrastes del barroco. Frente a la reflexión pesimista sobre la vida, un vitalismo burlón, aunque también nihilista, como el que le da tono a este poema.
Góngora es universalmente conocido por ese elaborado arte cubierto con la etiqueta de culteranismo, pero no es menos cierto que posee otra faceta: la de cultivador y revitalizador de la poesía tradicional. Tuvo un papel destacado en la revitalización del romance que se llevó a cabo en el barroco. También participó en la renovación del villancico y la letrilla.
Hasta que llegó a sus manos, esta forma métrica había sido un género menor limitado a temas religiosos o rústicos y vulgares. Góngora empezó a cultivar la letrilla en 1581 y la convirtió en un vehículo idóneo para expresar la sátira burlesca. Observemos en el poema que comentamos, cómo Góngora funde elementos tradicionales y cultos, aunando ambos para redoblar su intención burlesca. Parte, como hiciera en otras letrillas, de un refrán, pero a lo largo del poema la chispa humorística salta por la colisión entre elementos populares y alusiones más o menos zafias y grotescas a referentes mitológicos. El propio tema elegido es culto y Góngora lo pasa por el filtro de la poesía tradicional, lo que en sí mismo es una propuesta provocadora.
Recordemos que la letrilla, básicamente, no era otra cosa que un villancico de tono satírico. El villancico era una forma estrófica derivada del zéjel, que había sido inventado en el siglo X por el poeta hispanomusulmán Mucáddamben Muafa.
La estructura métrica común a todos ellos, reducida a su esencia, consiste en concebir el poema como formado por un estribillo y un píe. En el pie es donde están la mudanza, la vuelta y la repetición del propio estribillo.
Originalmente, todo ello estaba pensado para el canto y el baile. El solista cantaba la mudanza y el verso de vuelta.El coro, tras el verso de vuelta, intervenía cantando el estribillo, entero o en parte, según los casos. La diferencia entre el zéjel y el villancico viene marcada, esencialmente por la diferente extensión de cada una de las partes.
Pero, como decimos, la letrilla, básicamente, no es más que una variante satírica del villancico. En el caso del poema que nos ocupa, la mudanza la forma una sextilla, seis versos octosílabos, cuya rima, consonante, debe seguir ciertas pautas: todos los versos deben tener rima, no pueden rimar más de dos seguidos y los dos últimos no pueden formar pareado. Teniendo todo esto en cuenta, esta es la disposición métrica de la letrilla de Góngora:
En efecto, el contenido fundamental del poema, no es otro que una deformación burlesca de aquellos motivos con los cuales solía desarrollarse convencionalmente ese tópico clásico cuya fuente última suele ser Horacio y su poema del mismo título, Beatus ille, que había versionado fray Luis de León en su celebérrimo poema “Oda a la vida retirada”.
Ahora bien, lo que Horacio elegantemente expone en su ÉpodoII “Beatus ille qui procul negotiis…“, es una exaltación del ideal epicúreo (lindante con el estoicismo) de la sobriedad y la austeridad de una vida sencilla alejada de todo afán o preocupación.
Tan nobles ideales, en la irreverente letrilla de Góngora dan paso a un desenfadado canto hedonista que debemos poner en relación con los contrastes del barroco. Frente a la reflexión pesimista sobre la vida, un vitalismo burlón, aunque también nihilista, como el que le da tono a este poema.
Góngora es universalmente conocido por ese elaborado arte cubierto con la etiqueta de culteranismo, pero no es menos cierto que posee otra faceta: la de cultivador y revitalizador de la poesía tradicional. Tuvo un papel destacado en la revitalización del romance que se llevó a cabo en el barroco. También participó en la renovación del villancico y la letrilla.
Hasta que llegó a sus manos, esta forma métrica había sido un género menor limitado a temas religiosos o rústicos y vulgares. Góngora empezó a cultivar la letrilla en 1581 y la convirtió en un vehículo idóneo para expresar la sátira burlesca. Observemos en el poema que comentamos, cómo Góngora funde elementos tradicionales y cultos, aunando ambos para redoblar su intención burlesca. Parte, como hiciera en otras letrillas, de un refrán, pero a lo largo del poema la chispa humorística salta por la colisión entre elementos populares y alusiones más o menos zafias y grotescas a referentes mitológicos. El propio tema elegido es culto y Góngora lo pasa por el filtro de la poesía tradicional, lo que en sí mismo es una propuesta provocadora.
Recordemos que la letrilla, básicamente, no era otra cosa que un villancico de tono satírico. El villancico era una forma estrófica derivada del zéjel, que había sido inventado en el siglo X por el poeta hispanomusulmán Mucáddamben Muafa.
La estructura métrica común a todos ellos, reducida a su esencia, consiste en concebir el poema como formado por un estribillo y un píe. En el pie es donde están la mudanza, la vuelta y la repetición del propio estribillo.
Originalmente, todo ello estaba pensado para el canto y el baile. El solista cantaba la mudanza y el verso de vuelta.El coro, tras el verso de vuelta, intervenía cantando el estribillo, entero o en parte, según los casos. La diferencia entre el zéjel y el villancico viene marcada, esencialmente por la diferente extensión de cada una de las partes.
Pero, como decimos, la letrilla, básicamente, no es más que una variante satírica del villancico. En el caso del poema que nos ocupa, la mudanza la forma una sextilla, seis versos octosílabos, cuya rima, consonante, debe seguir ciertas pautas: todos los versos deben tener rima, no pueden rimar más de dos seguidos y los dos últimos no pueden formar pareado. Teniendo todo esto en cuenta, esta es la disposición métrica de la letrilla de Góngora:
Ándeme yo caliente
y ríase la gente. (Estribillo)
y ríase la gente. (Estribillo)
Traten otros del
gobierno
del mundo y sus monarquías,
mientras gobiernan mis días
mantequillas y pan tierno, (Cuatro versos de mudanza)
y las mañanas de invierno (Enlace)
naranjada y aguardiente, (Vuelta)
y ríase la gente, (Estribillo)
del mundo y sus monarquías,
mientras gobiernan mis días
mantequillas y pan tierno, (Cuatro versos de mudanza)
y las mañanas de invierno (Enlace)
naranjada y aguardiente, (Vuelta)
y ríase la gente, (Estribillo)
En cuanto al
contenido, lo singular de la letrilla es precisamente la conjunción entre lo
tradicional y lo culto. El poeta toma un refrán popular y a partir de él
desarrolla el poema de forma jocosa deformando un tópico de la literatura culta.
La estructura del poema se organiza en torno a los diversos motivos de este tópico, el Beatus ille, que el poeta satiriza. De manera que, tras el estribillo inicial, el primer apartado (veros 3 a 16) tienen como núcleo significativo el desprecio burlón del poder y del lujo. El poeta desprecia la pompa del poder y prefiere una vida humilde, apegada a los placeres sencillos.
En el segundo apartado se podrían integrar las dos siguientes series (versos 16 a 30), si entendemos también que la segunda, se antepone a la primera y la complementa. Prefiere estar entretenido ya salvo de los rigores del clima, y renuncia desdeñosamente a la ambición, el enriquecimiento o las grandes empresas en general.
En el tercer apartado, la dos últimas series (vv.31 a 44), ridiculiza el amor y lo cambia por los placeres de la mesa.
En cuanto al estilo, evidentemente estamos muy lejos de la poesía hiperculta que Góngora, como sabemos, llevó a extremos insuperables.
La letrilla destaca por la sencillez expresiva. Merece la pena destacarse en el apartado léxico, la presencia en el poema de palabras como “morcilla, mantequilla, bellotas, castañas”, etc. Es el resultado lógico de elevar a ideal de vida esa dorada medicocridad de lo cotidiano.
Sobresale también el uso de la metonimia, pues el poeta se sirve de ella a lo largo de todo el poema para ir acentuando el contraste entre las dos actitudes ante la vida que contrapone.”Morcilla, mantequilla, bellotas, castañas” y otros elementos similares, concretan así el atractivo contenido del modo de vida que resulta mejor valorado en la letrilla.
Como ya señalaran Dámaso Alonso y Robert Jammes, el contraste entre los valores ideales de la sociedad y el mundo real marca todas las letrillas de Góngora y esta es un buen ejemplo pues está articulada en torno a él.
La letrilla recoge perfectamente el espíritu de la poesía tradicional, revitalizado, como decimos. El empleo de giros y expresiones del lenguaje coloquial es otra muestra de ello. Así lo vemos en diversos momentos como en la alusión a “el Rey que rabió” o “muy en hora buena”".
En cuanto a las metáforas, estamos lejos del esplendor metafórico del Góngora característico en poemas de registro culto. Hay pocas metáforas y forman parte del apartato humorístico del poema. Así “el golfo” de su lagar, del cual mana el vino o la burlona equiparación del tálamo de los enamorados a la espada y, por supuesto, la hilarante transformación del pastel en Tisbe.
Podría añadirse la graciosa personificación según la cual gobiernan sus días “mantequillas y pan tierno”.
En definitiva, es un estilo en el que domina la sencillez y el gracejo, igual que en otros aspectos del texto, con lo cual se integra perfectamente en la tradición poética que pretende recrear.
La estructura del poema se organiza en torno a los diversos motivos de este tópico, el Beatus ille, que el poeta satiriza. De manera que, tras el estribillo inicial, el primer apartado (veros 3 a 16) tienen como núcleo significativo el desprecio burlón del poder y del lujo. El poeta desprecia la pompa del poder y prefiere una vida humilde, apegada a los placeres sencillos.
En el segundo apartado se podrían integrar las dos siguientes series (versos 16 a 30), si entendemos también que la segunda, se antepone a la primera y la complementa. Prefiere estar entretenido ya salvo de los rigores del clima, y renuncia desdeñosamente a la ambición, el enriquecimiento o las grandes empresas en general.
En el tercer apartado, la dos últimas series (vv.31 a 44), ridiculiza el amor y lo cambia por los placeres de la mesa.
En cuanto al estilo, evidentemente estamos muy lejos de la poesía hiperculta que Góngora, como sabemos, llevó a extremos insuperables.
La letrilla destaca por la sencillez expresiva. Merece la pena destacarse en el apartado léxico, la presencia en el poema de palabras como “morcilla, mantequilla, bellotas, castañas”, etc. Es el resultado lógico de elevar a ideal de vida esa dorada medicocridad de lo cotidiano.
Sobresale también el uso de la metonimia, pues el poeta se sirve de ella a lo largo de todo el poema para ir acentuando el contraste entre las dos actitudes ante la vida que contrapone.”Morcilla, mantequilla, bellotas, castañas” y otros elementos similares, concretan así el atractivo contenido del modo de vida que resulta mejor valorado en la letrilla.
Como ya señalaran Dámaso Alonso y Robert Jammes, el contraste entre los valores ideales de la sociedad y el mundo real marca todas las letrillas de Góngora y esta es un buen ejemplo pues está articulada en torno a él.
La letrilla recoge perfectamente el espíritu de la poesía tradicional, revitalizado, como decimos. El empleo de giros y expresiones del lenguaje coloquial es otra muestra de ello. Así lo vemos en diversos momentos como en la alusión a “el Rey que rabió” o “muy en hora buena”".
En cuanto a las metáforas, estamos lejos del esplendor metafórico del Góngora característico en poemas de registro culto. Hay pocas metáforas y forman parte del apartato humorístico del poema. Así “el golfo” de su lagar, del cual mana el vino o la burlona equiparación del tálamo de los enamorados a la espada y, por supuesto, la hilarante transformación del pastel en Tisbe.
Podría añadirse la graciosa personificación según la cual gobiernan sus días “mantequillas y pan tierno”.
En definitiva, es un estilo en el que domina la sencillez y el gracejo, igual que en otros aspectos del texto, con lo cual se integra perfectamente en la tradición poética que pretende recrear.
Amarrado al duro banco. Luis de Góngora.
...Amarrado al duro banco
de una galera turquesca,
ambas manos en el remo
y ambos ojos en la tierra,
un forzado de Dragut
en la playa de Marbella
se quejaba al ronco son
del remo y de la cadena:
«¡Oh sagrado mar de España,
famosa playa serena,
teatro donde se han hecho
cien mil navales tragedias!,
pues eres tú el mismo mar
que con tus crecientes besas
las murallas de mi patria,
coronadas y soberbias,
tráeme nuevas de mi esposa,
y dime si han sido ciertas
las lágrimas y suspiros
que me dice por sus letras;
porque si es verdad que llora
mi cautiverio en tu arena,
bien puedes al mar del Sur
vencer en lucientes perlas.
Dame ya, sagrado mar,
a mis demandas respuesta,
que bien puedes, si es verdad
que las aguas tienen lengua,
pero, pues no me respondes,
sin duda alguna que es muerta,
aunque no lo debe ser,
pues que vivo yo en su ausencia.
¡Pues he vivido diez años
sin libertad y sin ella
siempre al remo condenado,
a nadie matarán penas!»
En esto se descubrieron
de la Religión seis velas,
y el cómitre mandó usar
al forzado de su fuerza.
de una galera turquesca,
ambas manos en el remo
y ambos ojos en la tierra,
un forzado de Dragut
en la playa de Marbella
se quejaba al ronco son
del remo y de la cadena:
«¡Oh sagrado mar de España,
famosa playa serena,
teatro donde se han hecho
cien mil navales tragedias!,
pues eres tú el mismo mar
que con tus crecientes besas
las murallas de mi patria,
coronadas y soberbias,
tráeme nuevas de mi esposa,
y dime si han sido ciertas
las lágrimas y suspiros
que me dice por sus letras;
porque si es verdad que llora
mi cautiverio en tu arena,
bien puedes al mar del Sur
vencer en lucientes perlas.
Dame ya, sagrado mar,
a mis demandas respuesta,
que bien puedes, si es verdad
que las aguas tienen lengua,
pero, pues no me respondes,
sin duda alguna que es muerta,
aunque no lo debe ser,
pues que vivo yo en su ausencia.
¡Pues he vivido diez años
sin libertad y sin ella
siempre al remo condenado,
a nadie matarán penas!»
En esto se descubrieron
de la Religión seis velas,
y el cómitre mandó usar
al forzado de su fuerza.
Este poema forma parte de los
llamados romances nuevos, es decir, los que se compusieron a imitación de los
medievales, siguiendo su métrica y su estructura dramática, pero compuesto por
autores de renombre y con elementos cultos (los romances viejos pertenecen a la
tradición popular de la Edad Media y son anónimos).
El romance es también el nombre de la
estrofa, una tirada indefinida de versos octosílabos que riman en asonante los
pares mientras quedan sueltos los impares.
En su origen los romances eran
épicos, pero también acabarán tratando temas líricos, como en este caso, en que
el relato es lo menos importante, un mero pretexto para exponer los sentimientos
de amor y nostalgia del cristiano
forzado a galeras por los turcos.
En la estructura interna vemos una
introducción en la que el narrador nos describe la situación del forzado a
remar en un barco turco, es un cristiano prisionero que puede ver desde el
barco en que está preso las costas españolas. A partir del noveno verso, el
protagonista se queja de su triste destino y pregunta al mar de su tierra por
su esposa, concluyendo con la triste sospecha de que tal vez haya muerto,
aunque él sobreviva en esas condiciones tan lamentables. En la última parte del
poema vuelve la voz del narrador a situarnos en la acción, unos barcos
cristianos se disponen a atacar la embarcaciòn turca y el cómitre golpea al
forzado para que reme. Hay otras
versiones del romance en que continùa la historia y las quejas del forzado, con
la consiguiente batalla.
Es típico de los romances la
utilización de elementos narrativos, dramáticos (como los diálogos, en este
caso monólogo) y líricos.
Las figuras retóricas más destacadas
son: el epíteto (duro banco, sagrado
mar), el paralelismo (ambas manos en el remo y ambos ojos en la tierra), el
encabalgamiento en los primeros versos que da sensación de oleaje, la
invocación o apóstrofe al mar, así como la personificación de este mismo, la
estructura bimembre (del remo y de la cadena, coronadas y soberbias, las
lágrimas y suspiros, sin libertad y sin ella), la polisíndeton de que y pues, la
exclamación, la derivación (forzado, fuerza).
Soledad primera .
Fragmento de Las Soledades, de Luis
de Góngora.
Era del año la estación florida
En que el mentido robador de Europa
—Media luna las armas de su frente,
Y el Sol todo los rayos de su pelo—,
Luciente honor del cielo,
En campos de zafiro pace estrellas,
Cuando el que ministrar podía la copa
A Júpiter mejor que el garzón de Ida,
—Náufrago y desdeñado, sobre ausente—,
Lagrimosas de amor dulces querellas
Da al mar; que condolido,
Fue a las ondas, fue al viento
El mísero gemido,
Segundo de Arïón dulce instrumento. 14
Del siempre en la montaña opuesto pino
Al enemigo Noto
Piadoso miembro roto
—Breve tabla— delfín no fue pequeño
Al inconsiderado peregrino
Que a una Libia de ondas su camino
Fió, y su vida a un leño.
Del Océano, pues, antes sorbido,
Y luego vomitado
No lejos de un escollo coronado
De secos juncos, de calientes plumas
—Alga todo y espumas—
Halló hospitalidad donde halló nido
De Júplter el ave. 28
Besa la arena, y de la rota nave
Aquella parte poca
Que le expuso en la playa dio a la roca;
Que aun se dejan las peñas
Lisonjear de agradecidas señas. 33
Desnudo el joven, cuanto ya el vestido
Océano ha bebido
Restituir le hace a las arenas;
Y al Sol le extiende luego,
Que, lamiéndole apenas
Su dulce lengua de templado fuego,
Lento lo embiste, y con suave estilo
La menor onda chupa al menor hilo. 41
No bien, pues, de su luz los horizontes
—Que hacían desigual, confusamente,
Montes de agua y piélagos de montes—
Desdorados los siente,
Cuando —entregado el mísero extranjero
En lo que ya del mar redimió fiero—
Entre espinas crepúsculos pisando,
Riscos que aun igualara mal, volando,
Veloz, intrépida ala,
—Menos cansado que confuso— escala. 51
—Media luna las armas de su frente,
Y el Sol todo los rayos de su pelo—,
Luciente honor del cielo,
En campos de zafiro pace estrellas,
Cuando el que ministrar podía la copa
A Júpiter mejor que el garzón de Ida,
—Náufrago y desdeñado, sobre ausente—,
Lagrimosas de amor dulces querellas
Da al mar; que condolido,
Fue a las ondas, fue al viento
El mísero gemido,
Segundo de Arïón dulce instrumento. 14
Del siempre en la montaña opuesto pino
Al enemigo Noto
Piadoso miembro roto
—Breve tabla— delfín no fue pequeño
Al inconsiderado peregrino
Que a una Libia de ondas su camino
Fió, y su vida a un leño.
Del Océano, pues, antes sorbido,
Y luego vomitado
No lejos de un escollo coronado
De secos juncos, de calientes plumas
—Alga todo y espumas—
Halló hospitalidad donde halló nido
De Júplter el ave. 28
Besa la arena, y de la rota nave
Aquella parte poca
Que le expuso en la playa dio a la roca;
Que aun se dejan las peñas
Lisonjear de agradecidas señas. 33
Desnudo el joven, cuanto ya el vestido
Océano ha bebido
Restituir le hace a las arenas;
Y al Sol le extiende luego,
Que, lamiéndole apenas
Su dulce lengua de templado fuego,
Lento lo embiste, y con suave estilo
La menor onda chupa al menor hilo. 41
No bien, pues, de su luz los horizontes
—Que hacían desigual, confusamente,
Montes de agua y piélagos de montes—
Desdorados los siente,
Cuando —entregado el mísero extranjero
En lo que ya del mar redimió fiero—
Entre espinas crepúsculos pisando,
Riscos que aun igualara mal, volando,
Veloz, intrépida ala,
—Menos cansado que confuso— escala. 51
Vencida al fin la cumbre
—Del mar siempre sonante,
De la muda campaña
Árbitro igual e inexpugnable muro—,
Con pie ya más seguro
Declina al vacilante
Breve esplendor de mal distinta lumbre:
Farol de una cabaña
Que sobre el ferro está, en aquel incierto
Golfo de sombras anunciando el puerto. 61
Las Soledades es un
poema de Luis de Góngora,
compuesto en 1613 en silvas de versos endecasílabos y heptasílabos.
El poema nació como un
proyecto dividido en cuatro partes que iban a llamarse «Soledad de los campos»,
«Soledad de las riberas», «Soledad de las selvas» y «Soledad del yermo». De
este ambicioso poema, Góngora solo concluyó la «dedicatoria al Duque de Béjar» y las dos primeras Soledades,
de las cuales dejó inconclusa la segunda.
Era la primera vez que se
utilizaba el género lírico para un poema tan extenso, pues no tiene desarrollo
narrativo ni ecfrástico (descripción de una obra artística).
El asunto de la «Soledad
Primera» se puede resumir en pocas palabras: un joven náufrago llega a la playa
de una isla, es recogido por unos cabreros, y termina asistiendo a una boda. La
acción ocupa tres días. El primero, al anochecer, el personaje llega a la playa
y siguiendo la luz de una hoguera encuentra a los cabreros, con los que pasa la
primera noche. Al día siguiente parte con uno de los cabreros y por el camino
se encuentran con una comitiva de serranos que van camino de una aldea cercana,
donde se va a celebrar la boda de unos pastores. Uno de ellos nota por sus
ropas que es un náufrago -lo que le hace recordar a su hijo muerto en la mar- y
expone una larga y amarga queja contra la codicia y la navegación marítima.
Este serrano lo invita a asistir a las nupcias, y esa noche duermen en la
aldea. Al día siguiente se celebra el desposorio, así como una serie de juegos
y bailes. El poema termina al anochecer, cuando los esposos se dirigen a su
casa, donde Venus les ha preparado el blando lecho (es conocido el último
verso: "a batallas de amor, campo de pluma"). Bajo tan parco
argumento, inspirado en el episodio de Nausícaa de la Odisea, Góngora se dedica a
dibujar una minuciosa descripción de la naturaleza, plagada de alusiones
mitológicas y metáforas amplificativas,
con el propósito de halagar los sentidos y hallar la belleza en todo objeto en
el que fije su pluma.
En cuanto a los temas,
recientes estudios han iluminado el presunto vacío de contenido de la obra
gongorina. Se trata de ofrecer un ejemplo máximo del tópico de "menosprecio de corte y alabanza de aldea",
donde la Naturaleza se revela como no corrompida, frente al mundanal ruido de
políticos cortesanos y ambiciosos comerciantes. Para ello describe paisajes arcádicos, en una
línea de inspiraciónneoplatónica, donde los objetos son espléndidos y la vida, un retiro
ideal.
Las Soledades originaron ya desde su composición un
gran debate por los extremos de dificultad de su ornato y la acumulación de
alusiones mitológicas y eruditas en su discurso.
Esta obra supone la
cumbre del estilo gongorino y fue reivindicada y alabada por parnasianos y simbolistas franceses y por la generación del 27,
que rindió un merecido homenaje en1927 a Góngora con
motivo del tricentenario de su muerte, acontecimiento que dio nombre a la
citada generación poética.
Explicación de las
estrofas.
Era la estación florida (la
primavera) en la que el Sol está en la constelación de Tauro (del 21 de
abril al 20 de mayo). El joven náufrago era más hermoso que Ganimedes, por lo
que si Júpiter lo hubiera conocido lo habría preferido como copero. A la
desgracia del naufragio el joven añade el haber sido desdeñado por su amada y
el estar lejos de ella. Se queja al mar de sus desdichas y su gemido es tan
conmovedor que tiene sobre el mar y sobre el viento el mismo efecto que la lira
de Arión tuvo sobre los delfines.
Una breve tabla, piadoso miembro roto
del pino siempre opuesto en la montaña al viento enemigo, fue un delfín no
pequeño al inconsiderado peregrino que fió su camino a una Libia de ondas y su
vida a un leño. Es decir, el náufrago se agarraba a una tabla pequeña, pero de
tamaño suficiente para salvarle la vida (fue para él como el delfín que salvó
la vida a Arión). Libia es famosa por sus desiertos. El mar es un desierto de
olas. Leño es sinécdoque o metonimia por barco de madera. El ave
de Júpiter es el águila real. El mar arrastra a la orilla al peregrino, cerca
de un escollo sobre el que se encuentra un nido de águila abandonado.
Exponer es un cultismo: César usa frecuentemente este verbo con el sentido de desembarcar: Exponere ex nauibus milites (desembarcar los soldados de las naves). El náufrago, agradecido a la primera roca que alcanza en tierra firme, le ofrece lo más preciado que tiene en ese momento, la tabla que le ha salvado la vida. "Las peñas aún se dejan lisonjear con señales de agradecimiento" es una alusión a un dicho de la época: "dádivas quebrantan peñas", es decir, con regalos a las personas adecuadas puede lograrse cualquier cosa. Una de las muchas censuras sutiles a la vida en la corte.
Exponer es un cultismo: César usa frecuentemente este verbo con el sentido de desembarcar: Exponere ex nauibus milites (desembarcar los soldados de las naves). El náufrago, agradecido a la primera roca que alcanza en tierra firme, le ofrece lo más preciado que tiene en ese momento, la tabla que le ha salvado la vida. "Las peñas aún se dejan lisonjear con señales de agradecimiento" es una alusión a un dicho de la época: "dádivas quebrantan peñas", es decir, con regalos a las personas adecuadas puede lograrse cualquier cosa. Una de las muchas censuras sutiles a la vida en la corte.
El joven escurre el vestido y luego
lo extiende al Sol. En la época era frecuente representar al Sol con ojos y
boca, e incluso sacando la lengua. Por ello no es sorprendente que Góngora
pinte al Sol lamiendo el vestido con sus rayos. "Embestir" tiene aquí
el mismo sentido figurado que tiene "atacar" cuando se habla de
"atacar un problema". Quiere decir que el Sol se pone "manos a
la obra" lentamente y con delicadeza hasta chupar la menor gota de agua.
Los horizontes, en la oscuridad
de la noche, convertían (hacían parecer) montes a las enormes olas y mares a
los montes, es decir, no se distinguía dónde acababa el mar y dónde empezaba la
tierra.Góngora llama crepúsculos a las tenues luces del crepúsculo, o a las
rocas iluminadas por la luz crepuscular. Igualmente, "ala" es una
sinécdoque por "ave".
Un árbitro es un mediador, en sentido
figurado, pero aquí lo es literalmente: la cumbre del acantilado mediaba entre
el mar y el campo, separaba el rugido del mar del silencio del campo.
Un barco está sobre el ferro cuando está anclado. La estrofa quiere decir que después de ascender el acantilado, deja atrás el rugido del mar y baja al campo donde se ve, en medio de la oscuridad, una luz de una cabaña, que compara con un barco anclado en el puerto, lugar por tanto donde poder refugiarse.
Un barco está sobre el ferro cuando está anclado. La estrofa quiere decir que después de ascender el acantilado, deja atrás el rugido del mar y baja al campo donde se ve, en medio de la oscuridad, una luz de una cabaña, que compara con un barco anclado en el puerto, lugar por tanto donde poder refugiarse.
Recursos estilísticos.
Hay continuas referencias
mitológicas, a modo de ejemplo veamos las de la primera estrofa: Júpiter
raptó a Europa disfrazado de toro. Para recordar su "hazaña" dejó en
el cielo la imagen de un toro, la constelación de Tauro. Es a esta constelación
a la que Góngora llama "el mentido robador de Europa", es decir, el
falso toro que raptó a Europa.
El garzón de Ida es Ganimedes, un joven al que Júpiter raptó cautivado por su belleza para que fuera su copero en el Olimpo.
Arión era un músico de la antigüedad. Sus parientes quisieron apropiarse de su fortuna y pagaron a unos marineros para que durante un viaje en barco lo arrojaran al agua. Cuando se vio perdido, Arión pidió permiso para tocar su lira y cantar por última vez antes de morir. Su canto atrajo a los delfines y, cuando Arión saltó al agua, uno de ellos lo llevó a tierra sano y salvo.
El garzón de Ida es Ganimedes, un joven al que Júpiter raptó cautivado por su belleza para que fuera su copero en el Olimpo.
Arión era un músico de la antigüedad. Sus parientes quisieron apropiarse de su fortuna y pagaron a unos marineros para que durante un viaje en barco lo arrojaran al agua. Cuando se vio perdido, Arión pidió permiso para tocar su lira y cantar por última vez antes de morir. Su canto atrajo a los delfines y, cuando Arión saltó al agua, uno de ellos lo llevó a tierra sano y salvo.
En cuanto a las figuras retóricas,
abundantísimas, destaca el hipérbaton,
usado de manera sistemática. Las imágenes metafóricas (el toro tiene la luna y
el sol como cuernos y como cabellos, pace estrellas-zafiros en el campo del
cielo) . Epítetos (mentido, luciente, dulces, mísero). Circunloquios,
refiriéndose con rodeos muy cultos a Ganimedes (el que ministrar podía...) para
resaltar la belleza del náufrago, o refiréndose al águila (de Júpiter el ave). Aliteraciones
(luciente-cielo, condolido-con
ondas). Metonimias (leño por barco, miembro del pino por tabla).
Personificaciones (honor del cielo, del
océano sorbido y vomitado, se dejan las peñas lisonjear, enemigo Noto).
De una dama
que, quitándose una sortija,
se picó con un alfiler. Luis de Góngora.
se picó con un alfiler. Luis de Góngora.
Prisión del nácar era articulado
(de mi firmeza un

un dïamante, ingenïosamente
en oro también

Clori,
pues, que su dedo apremïado
de metal, aun precioso, no consiente,
gallarda un día, sobre impacïente,
lo redimió del vínculo dorado.
de metal, aun precioso, no consiente,
gallarda un día, sobre impacïente,
lo redimió del vínculo dorado.
Mas,
ay, que insidïoso latón breve
en los cristales de su bella mano
sacrílego divina sangre bebe:
en los cristales de su bella mano
sacrílego divina sangre bebe:
púrpura ilustró menos indïano
marfil; invidïosa, sobre nieve
claveles deshojó la Aurora en vano.
marfil; invidïosa, sobre nieve
claveles deshojó la Aurora en vano.
Este es uno de los sonetos más
“culteranos” de Góngora, tanto por el léxico, con abundancia de cultismos, como
por los hipérbatos y metáforas de difícil interpretación, como por el uso
insólito de la diéresis hasta en siete ocasiones.
El tema es muy propio del Barroco,
una anécdota insignificante da pie a Góngora para crear una pequeña joya
poética, complicadísima formalmente. El contenido es pues lo de menos y lo
importante es, sobre todo, el lenguaje poético y la dificultad de la
composición.
Muchos críticos han considerado que
la abundancia de diéresis en la ï , así como las íes acentuadas, dan un valor
fónico estridente al poema, como un grito de dolor (que produciría el
pinchazo) y que también aparece de forma
explícita en el noveno verso. Por otro lado, el grafismo de la diéresis sobre
la ï, se asemeja a un alfiler con dos gotas de sangre.
Habría que destacar el hipérbaton
forzado del principio y las ingeniosas metáforas y metonimias: un diamante,
ingeniosmente aprisionado en oro también él (porque el diamante estaba rodeado
del anillo de oro y el poeta estaba aprisionado en los dorados cabellos de la
dama) , un émulo luciente (imitador brillante) de mi firmeza (de su amor fiel),
era prisión del articulado nácar (porque rodeaba el dedo blanco y brillante
como el nácar). Es curioso también el
efecto que produce el hecho de que el cuarteto empiece con la palabra prisión y
acabe con la palabra aprisionado, como si las dos palabras cerraran el cuarteto
como una prisión pero también como un anillo, que es lo que se describe en esos
versos.
En el segundo cuarteto nos dice que
Clori se sintió oprimida por el anillo y se lo quitó impaciente, todo ello con
un léxico muy culto y metonimias y metáforas.
En el primer terceto, el alfiler (al
que llama pequeño traidor de latón) le pincha y nos dice con una audaz
personificación que bebe su sangre en los cristales de su mano, realzando así
el brillo de su piel y estableciendo la comparación implícita con un vaso.
En el último terceto, usa los tópicos
colores para describir la belleza de la piel de Clori, el rojo (púrpura,
claveles de la Aurora) y el blanco (marfil indiano, nieve) con metáforas dispuestas en un hipérbaton
bastante brusco. Todo ello para realzar la belleza de Clori, superior al marfil
de la India y que incluso la diosa Aurora, sentiría envidia del tono de su
piel.
Romance morisco. Lope de Vega.
“Mira, Zaide, que te aviso
que no pases por mi calle,
ni hables con mis mujeres,
ni con mis cautivos trates,
ni preguntes en qué entiendo 5
ni quién viene a visitarme,
qué fiestas me dan contento
o qué colores me aplacen;
basta que son por tu causa
las que en el rostro me salen, 10
corrida de haber mirado
moro que tan poco sabe.
Confieso que eres valiente,
que hiendes, rajas y partes
y que has muerto más cristianos 15
que tienes gotas de sangre;
que eres gallardo jinete,
que danzas, cantas y tañes,
gentil hombre, bien criado
cuanto puede imaginarse; 20
blanco, rubio por extremo;
señalado por linaje,
el gallo de las bravatas,
la nata de los donaires,
y pierdo mucho en perderte 25
y gano mucho en amarte,
y que si nacieras mudo
fuera posible adorarte;
y por este inconveniente
determino de dejarte, 30
que eres pródigo de lengua
y amargan tus libertades,
y habrá menester ponerte
quien quisiera sustentarte
un alcázar en el pecho 35
y en los labios un alcaide.
Mucho pueden con las damas
los galanes de tus partes,
porque los quieren briosos,
que rompan y que desgarren; 40
mas, tras esto, Zaide amigo,
si algún convite te hacen
al plato de sus favores,
quieren que comas y calles.
Costoso fue el que te hice; 45
venturoso fueras, Zaide,
si conservarme supieras
como supiste obligarme.
Apenas fuiste salido
de los jardines de Tarfe 50
cuando hiciste de la tuya
y de mi desdicha alarde.
A un morito mal nacido
me dicen que le enseñaste
la trenza de los cabellos 55
que te puse en el turbante.
No quiero que me la vuelvas
ni quiero que me la guardes,
mas quiero que entiendas, moro,
que en mi desgracia la traes. 60
También me certificaron
cómo le desafiaste
por las verdades que dijo
que nunca fueran verdades.
De mala gana me río; 65
¡qué donoso disparate!
No guardas tú tu secreto
¿y quieres que otro le guarde?
No quiero admitir disculpa;
otra vez vuelvo a avisarte 70
que ésta será la postrera
que me hables y te hable.”
Dijo la discreta Zaida
a un altivo bencerraje,
y al despedirle repite: 75
“Quien tal hace, que tal pague.”
que no pases por mi calle,
ni hables con mis mujeres,
ni con mis cautivos trates,
ni preguntes en qué entiendo 5
ni quién viene a visitarme,
qué fiestas me dan contento
o qué colores me aplacen;
basta que son por tu causa
las que en el rostro me salen, 10
corrida de haber mirado
moro que tan poco sabe.
Confieso que eres valiente,
que hiendes, rajas y partes
y que has muerto más cristianos 15
que tienes gotas de sangre;
que eres gallardo jinete,
que danzas, cantas y tañes,
gentil hombre, bien criado
cuanto puede imaginarse; 20
blanco, rubio por extremo;
señalado por linaje,
el gallo de las bravatas,
la nata de los donaires,
y pierdo mucho en perderte 25
y gano mucho en amarte,
y que si nacieras mudo
fuera posible adorarte;
y por este inconveniente
determino de dejarte, 30
que eres pródigo de lengua
y amargan tus libertades,
y habrá menester ponerte
quien quisiera sustentarte
un alcázar en el pecho 35
y en los labios un alcaide.
Mucho pueden con las damas
los galanes de tus partes,
porque los quieren briosos,
que rompan y que desgarren; 40
mas, tras esto, Zaide amigo,
si algún convite te hacen
al plato de sus favores,
quieren que comas y calles.
Costoso fue el que te hice; 45
venturoso fueras, Zaide,
si conservarme supieras
como supiste obligarme.
Apenas fuiste salido
de los jardines de Tarfe 50
cuando hiciste de la tuya
y de mi desdicha alarde.
A un morito mal nacido
me dicen que le enseñaste
la trenza de los cabellos 55
que te puse en el turbante.
No quiero que me la vuelvas
ni quiero que me la guardes,
mas quiero que entiendas, moro,
que en mi desgracia la traes. 60
También me certificaron
cómo le desafiaste
por las verdades que dijo
que nunca fueran verdades.
De mala gana me río; 65
¡qué donoso disparate!
No guardas tú tu secreto
¿y quieres que otro le guarde?
No quiero admitir disculpa;
otra vez vuelvo a avisarte 70
que ésta será la postrera
que me hables y te hable.”
Dijo la discreta Zaida
a un altivo bencerraje,
y al despedirle repite: 75
“Quien tal hace, que tal pague.”
Se trata de un romance, versos
octosílabos que riman en asonante los pares quedando sueltos los impares,
estrofa típica de la poesía épica tradicional castellana.
En este caso, Lope usa una forma
épica, con personajes supuestamente moriscos, para burlarse de sí mismo y de su
relación con su amante Elena Osorio. Tras los nombres de Zaide y Zaida, se
esconden los protagonistas de la historia real. Elena era una mujer
casada, pero con el marido ausente, hija
del empresario teatral para el que comenzó a trabajar Lope. Parece ser que Lope
explicó a un amigo suyo su relación con Elena y la reputación de la mujer
enseguida fue conocida por todo Madrid. Aunque Lope retó en duelo al amigo por
no guardar su secreto, Elena, ofendida
denunció a Lope por calumnias, razón por la cual fue desterrado de la
corte.
La estructura interna consta de dos
partes: el parlamento de Zaida, que reprocha a Zaide que se vaya de la lengua y
no sepa guardar el secreto de su relación, eso sí, elogiando otras muchas virtudes
de su amante; y los últimos cuatro versos en los que interviene la voz del
narrador para cerrar con la amenaza de Zaida, es decir, Elena Osorio.
No hay demasiadas figuras retóricas,
puesto que un romance es un ejemplo de poesía popular. Pero merecen destacarse,
aparte del uso del campo semántico propio de los romances moriscos (cautivos,
cristianos, alcaide, Tarfe, bencerraje, moro), las anáforas, polisíndeton
y enumeraciones, metáforas (el gallo de
las bravatas, la nata de los donaires, un alcázar en el pecho, en los labios un
alcaide). Y, sobre todas ellas, la ironía, constante a lo largo del poema por
alabarse a sí mismo y criticarse también de forma humorística, aunque con un
fondo amargo, por boca del personaje de Zaida.
Suelta mi manso, mayoral
extraño. Lope de Vega.
Suelta mi
manso, mayoral extraño,
pues otro tienes tú de igual decoro,
deja la prenda que en el alma adoro,
perdida por tu bien y por mi daño.
pues otro tienes tú de igual decoro,
deja la prenda que en el alma adoro,
perdida por tu bien y por mi daño.
Ponle su
esquila de labrado
estaño
5
y no le engañen tus collares de oro;
toma en albricias este blanco toro
que a las primeras yerbas cumple un año.
y no le engañen tus collares de oro;
toma en albricias este blanco toro
que a las primeras yerbas cumple un año.
Si pides
señas, tiene el vellocino
pardo, encrespado, y los ojuelos tiene 10
como durmiendo en regalado sueño.
pardo, encrespado, y los ojuelos tiene 10
como durmiendo en regalado sueño.
Si piensas
que no soy su dueño, Alcino,
suelta y verásle si a mi choza viene,
que aún tienen sal las manos de su dueño.
suelta y verásle si a mi choza viene,
que aún tienen sal las manos de su dueño.
En este
soneto, Lope vuelve a trata un tema autobiográfico pero de forma alegórica: el
rico conde de Granvela seduce a su
amante, Elena Osorio. Lope se dirige a él, reprochándole que le arrebate su
“oveja”, ya teniendo él una (estaba casado). Considera que su “oveja” ha sido
engañada por las riquezas, pero que en el fondo está enamorada de Lope y
volverá a él.
La alegoría
consiste en utilizar símbolos (la oveja y todo lo que se refiere a ella) para
representar el significado real (Elena y su relación amorosa) de manera
sistemática. Granvela es el mayoral (pastor) malo, mientras que Lope es el buen
pastor. Hay muchas referencias bíblicas, es habitual representar al alma como oveja
y al pastor como Dios, en este caso Lope quiere dejar en mal lugar a su
enemigo, y utiliza la simbología religiosa con un sentido de amor humano.
En cuanto a
la estructura hay que destacar el comienzo de los cuartetos, con una forma
verbal en imperativo, instándole a dejar suelta y en paz a su “oveja”, y el
principio de los tercetos con la anáfora del adverbio condicional, que
introducen la descripción detallada y amorosa de la oveja y las pruebas de que
es suya, como una argumentación para fundamentar su exigencia.
Ir
y quedarse y con quedar partirse. Lope de Vega
Ir y quedarse y con quedar partirse,
partir sin alma y ir con alma ajena,
oír la dulce voz de una sirena
y no poder del árbol desasirse;
partir sin alma y ir con alma ajena,
oír la dulce voz de una sirena
y no poder del árbol desasirse;
arder como la vela y
consumirse
5
haciendo torres sobre tierna arena;
caer de un cielo y ser demonio en pena
y de serlo jamás arrepentirse;
haciendo torres sobre tierna arena;
caer de un cielo y ser demonio en pena
y de serlo jamás arrepentirse;
hablar entre las mudas soledades,
pedir prestada sobre fe paciencia 10
y lo que es temporal llamar eterno;
pedir prestada sobre fe paciencia 10
y lo que es temporal llamar eterno;
creer sospechas y negar verdades
es lo que llaman en el mundo ausencia,
fuego en el alma y en la vida infierno.
es lo que llaman en el mundo ausencia,
fuego en el alma y en la vida infierno.
El soneto se estructura como una
larga enumeración en la que se describen, con verbos en infinitivo, los estados
de ánimo del enamorado en la ausencia de la amada. De manera apasionada, se
cierra la larga enumeración con la definición de lo que se ha descrito, en los
dos últimos versos, con otra enumeración paralelística: ausencia, fuego,
infierno. Es decir, la pasión amorosa.
Destacan las antítesis y paradojas del primer cuarteto en forma de
quiasmo, la alusión al mito de Ulises y las sirenas, la comparación con la
vela, las torres de arena que representan la fragilidad de las ilusiones, el
mito bíblico del ángel caído para describir la desesperación de verse alejado
del cielo que es estar junto a la persona amada, la locura de hablar solo, la
ironía “ fe y además paciencia”, la antítesis
también irónica temporal-eterno, la paradoja y antítesis de creer sospechas
y negar verdades y el revelador final, que nos descubre el motivo de tanta
ansiedad, locura, ilusión y confusión:
la ausencia de la amada y la pasión amorosa que consume al amante
convirtiendo su vida en un infierno.
¿Qué tengo yo,
que mi amistad procuras? Lope de Vega.
¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno escuras?
¡Oh. cuánto fueron mis entrañas duras, 5
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
¡Cuántas veces el Ángel me decía:
«Alma, asómate agora a la ventana, 10
verás con cuánto amor llamar porfía!»
¡Y cuántas, hermosura soberana,
«Mañana le abriremos», respondía,
para lo mismo responder mañana!
Soneto religioso estructurado con
interrogaciones retóricas en el primer cuarteto y exclamaciones en las
restantes estrofas.
Le habla en segunda persona a Jesús,
al que apostrofa, preguntándose por qué tanta insistencia con un pecador como
él. De esta manera la bondad divina se acrecienta, ante el contraste de la
indiferencia e ingratitud del propio Lope. El diálogo con el ángel en los
tercetos, le da una dimensión coloquial al poema muy sugerente y original. El
sentimentalismo de todo el soneto es muy propio de la religiosidad de Lope, le
interesa más realzar los aspectos humanos de la propia divinidad, los
sentimientos que le acercan al ser humano, que no la magnificencia, el poder y
la gloria. También pone de relieve sus propios pecados, para mostrar el error y
el arrepentimiento. Dios es una especie
de amigo incondicional al que no hacemos caso.
Lope, ya en la madurez, se hizo
sacerdote, tras una crisis espiritual. En el poema se refleja su preocupación y
arrepentimiento por no haber atendido a Dios en su vida pasada.
Un soneto me manda hacer Violante.
Lope de Vega.
Un soneto me manda hacer Violante,
en mi vida me he visto en tal
aprieto;
catorce versos dicen que es soneto:
burla burlando van los tres delante.
catorce versos dicen que es soneto:
burla burlando van los tres delante.
Yo pensé que no hallara consonante 5
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto
no hay cosa en los cuartetos que me espante.
Por el primer terceto voy entrando
y parece que entré con pie derecho, 10
pues fin con este verso le voy dando.
Ya estoy en el segundo, y aun sospecho
que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce, y está hecho.
Soneto improvisado en el que Lope
demuestra su gran ingenio y facilidad para versificar, desarrollando un tema
inusual, metaliterario, pues nos explica lo que es un soneto a la vez que
compone uno.
Es admirable la conjunción que logra
entre forma y significado, a medida que va desarrollando la explicación de lo
que es un soneto y sus partes, éstas coinciden con las explicaciones (van los
tres delante, estoy a la mitad de otro cuarteto, por el primer terceto voy
entrando, fin con este verso le estoy dando, ya estoy en el segundo, voy los
trece versos acabando,). Aún más
sorprendente y admirable es el irónico final, final redondo y concluyente.
El poema es un estupendo ejemplo de
la importancia que se le da en la época barroca a los alardes de ingenio, en
este caso utilizando un lenguaje coloquial, sin retórica, con una ironía y desparpajo que nos lo hacen
simpático, a pesar de su evidente presunción.
A una nariz. Francisco de Quevedo.
Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un peje espada muy barbado.
Era un reloj de sol mal encarado, 5
érase una alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón más narizado.
Érase un espolón de una galera,
érase una pirámide de Egipto, 10
las doce Tribus de narices era.
Érase un naricísimo infinito,
muchísima nariz, nariz tan fiera
que en la cara de Anás fuera delito.
Francisco de Quevedo es uno de los
máximos exponentes del llamado conceptismo, tendencia estilística del Barroco
que pone especial énfasis en los juegos de palabras ingeniosos, en el uso de la
ironía y en la deformación de los significados. Este soneto es una buena
muestra de ello.
El tema del soneto es la hiperbólica
descripción de una nariz, al parecer la de su contemporáneo y rival Luis de
Góngora. Se trata de una burla o sátira para desacreditar a su enemigo, pero al
meterse con su nariz no sólo lo tacha de feo narigudo, también lo insulta
llamándolo judío, cosa que en la época era una grave ofensa. Las referencias a su condición de judío
converso podemos encontrarlas no sólo porque era fama en la época que los
judíos tenían la nariz grande, sino por alusiones màs concretas : sayón y escriba (verdugo y juez de los
judíos), las doce Tribus de narices era (las doce tribus de Israel), en la cara
de Anás fuera delito (Anás fue uno de los jueces judíos que condenó a
Jesucristo).
Sin duda, aparte de la constante
ironía o sarcasmo en todo el poema, las figuras retóricas más destacadas son
las metáforas y las hipérboles: todas las semejanzas entre la nariz y
diferentes conceptos son exageradas. También destaca la anáfora del érase y la
repetición de nariz, con los evidentes paralelismos. Juegos de palabras
ingeniosos : con la idea del superlativo (nariz superlativa, naricísimo
infinito, muchísima nariz), un hombre a una nariz pegado, Ovidio Nasón más
narizado, reloj de sol mal encarado. Así como imágenes cómicas además de
exageradas: un elefante boca arriba, pez espada con barba, alquitara pensativa.
Fue sueño ayer, mañana será tierra. Francisco de Quevedo.
Fue sueño ayer, mañana
será tierra.
¡Poco antes nada, y poco después humo!
¡Y destino ambiciones, y presumo
apenas punto al cerco que me cierra!
¡Poco antes nada, y poco después humo!
¡Y destino ambiciones, y presumo
apenas punto al cerco que me cierra!
Breve combate de
importuna guerra,
en mi defensa, soy peligro sumo,
y mientras con mis armas me consumo,
menos me hospeda el cuerpo que me entierra.
en mi defensa, soy peligro sumo,
y mientras con mis armas me consumo,
menos me hospeda el cuerpo que me entierra.
Ya no es ayer, mañana no
ha llegado;
hoy pasa y es y fue, con movimiento
que a la muerte me lleva despeñado.
hoy pasa y es y fue, con movimiento
que a la muerte me lleva despeñado.
Azadas son la hora y el
momento
que a jornal de mi pena y mi cuidado
cavan en mi vivir mi monumento.
que a jornal de mi pena y mi cuidado
cavan en mi vivir mi monumento.
Este es uno de los sonetos graves,
filósoficos, de Quevedo sobre el tema del paso del tiempo, representado en el
tópico de Virgilio tempus fugit. Es un tema muy repetido en el Barroco, época
pesimista como sabemos, pero Quevedo aporta su originalidad conceptista
sacándole punta a la idea hasta extremos inverosímisiles, demostrando su gran
ingenio.
Es de
destacar el uso de las formas verbales y adverbios en tiempos opuestos, con
cuyo contraste (antítesis) enfatiza el paso acelerado del tiempo (fue-será,
ayer-mañana, antes-después) en el primer cuarteto. La contraposición sueño-tierra, nada-humo es la expresión de otro tópico muy ligado al
anterior vanitas vanitatis, palabras de la Biblia para referirse al carácter engañoso de las apariencias, que
exige el rechazo o renuncia de toda ambición humana, por considerarla vana. La
polisíndeton y la admiración refuerzan lo absurdo del presente: cegado por la
ambición no ve la trampa del tiempo. En el segundo cuarteto utiliza el campo
semántico de la guerra para referirse alegóricamente a la batalla contra el
tiempo, evidentemente una batalla perdida de antemano. Es contundente el verso
final del cuarteto: el cuerpo (que aloja su alma) será su condena porque el
cuerpo no es inmortal, envejece y muere.
En el primer terceto
vuelve a jugar con los adverbios y formas verbales para dar la idea de
fugacidad, de veloz paso del tiempo, como si el presente no existiera,
confundido entre el pasado y el futuro. Un pasar del tiempo que conduce a la
muerte. En el terceto final usa una metáfora macabra en la que las palabras que
significan tiempo cavan su fosa en su propio cuerpo, pagándoles el trabajo
encima con su propio sufrimiento.
LETRILLAS SATÍRICAS. FRANCISCO DE QUEVEDO.
Poderoso caballero
es don Dinero.
Madre, yo al oro me humillo:
él es mi amante y mi amado,
pues de puro enamorado,
de continuo anda amarillo;
que pues, doblón o sencillo,
hace todo cuanto quiero,
poderoso caballero .
es don Dinero.
Nace en las Indias honrado,
donde el mundo le acompaña,
viene a morir en España
y es en Génova enterrado;
y, pues quien le trae al lado
es hermoso, aunque sea fiero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Es galán, y es como un oro;
tiene quebrado el color;
persona de gran valor,
tan cristiano como moro;
pues que da y quita el decoro
y quebranta cualquier fuero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Son sus padres principales,
y es de nobles descendiente,
porque en las venas de Oriente
todas las sangres son reales;
y, pues es quien hace iguales
al duque y al ganadero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Mas ¿ a quién no maravilla
ver en su gloria sin tasa,
que es lo menos de su casa
doña Blanca de Castilla?
Pero, pues da al bajo silla
y al cobarde hace guerrero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Sus escudos de armas nobles
son siempre tan principales,
que sin sus escudos reales
no hay escudos de armas dobles;
y, pues a los mismos robles
da codicia su minero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Por importar en los tratos
y dar tan buenos consejos
en las casas de los viejos
gatos le guardan de gatos;
y, pues él rompe recatos
y ablanda al juez más severo,
poderoso caballero
es don Dinero.
Y es tanta su majestad,
(aunque son sus duelos hartos),
que con haberle hecho cuartos,
no pierde su autoridad;
pero, pues da calidad
al noble y al pordiosero,
poderoso caballero .
es don Dinero.
Nunca vi damas ingratas
a su gusto y afición,
que a las caras de un doblón
hacen sus caras baratas;
y, pues hace las bravatas
desde una bolsa de cuero,
poderoso caballero .
es don Dinero.
Más valen en cualquier tierra
-¡mirad si es harto sagaz!-
sus escudos en la paz,
que rodelas en la guerra;
y, pues al pobre le entierra
y hace propio al forastero,
poderoso caballero
es don Dinero.
La letrilla es una sátira en forma de
canción o villancico, con su cabeza, mudanza, versos de enlace y de vuelta y,
finalmente, el estribillo, que repite en este caso la cabeza entera. Todos los
versos son octosílabos menos uno del estribillo, puesto que se trata de un refrán popular, no creado por
Quevedo.
La crítica humorística de vicios y
malas costumbres, en forma de burla o sátira, es uno de los géneros temáticos
más habituales en el Barroco. Aquí aparece un tema recurrente: la corrupción
del dinero. La originalidad de Quevedo le hace utilizar la personificación del
dinero como eje de la letrilla, ya que, como dice el refrán, es un poderoso
caballero. Así en la primera estrofa, la voz poética se confiesa servidor y
admirador de este poderoso caballero, y en las siguientes estrofas nos explica
la vida del dinero, sus efectos, su linaje... Como nace en América, el oro y
plata que se trae de allí, y viene a morir en España, donde se gasta, y es
enterrado en Génova, porque los banqueros genoveses eran los que previamente
habían prestado dinero a los reyes y nobles españoles, dinero que se ha de
devolver con intereses.
Recursos estilísticos: apóstrofe (madre), aliteración (de m en los
primeros versos), derivación (amante, amado, enamorado), ironía a lo largo de
todo el poema. Antítesis (cristiano-moro, da-quita, doblón-sencillo). Abundan
los juegos de palabras basados en el doble sentido de términos relativos al
dinero: escudos como moneda y como
símbolos de nobleza, Blanca como nombre de reina y como moneda de poco valor,
gatos (bolsas para guardar el dinero) le guardan de gatos (ladrones), cuartos
en el sentido de pedazos y cuarta parte de una moneda, caras en el sentido de
rostros de las mujeres y de caras de las monedas.
MUJER PUNTIAGUDA CON ENAGUAS. FRANCISCO DE QUEVEDO.
Si eres campana ¿dónde está el badajo?
Si pirámide andante vete a Egito,
Si peonza al revés trae sobrescrito,
Si pan de azúcar en Motril te encajo.
Si pirámide andante vete a Egito,
Si peonza al revés trae sobrescrito,
Si pan de azúcar en Motril te encajo.
Si capitel ¿qué haces acá abajo?
Si de disciplinante mal contrito
Eres el cucurucho y el delito,
Llámente los cipreses arrendajo.
Si de disciplinante mal contrito
Eres el cucurucho y el delito,
Llámente los cipreses arrendajo.
Si eres punzón, ¿por qué el estuche dejas?
Si cubilete saca el testimonio,
Si eres coroza encájate en las viejas.
Si cubilete saca el testimonio,
Si eres coroza encájate en las viejas.
Si büida visión de San Antonio,
Llámate Doña Embudo con guedejas,
Si mujer da esas faldas al demonio.
Llámate Doña Embudo con guedejas,
Si mujer da esas faldas al demonio.
Soneto satírico de Quevedo en que
critica el uso del guardainfantes o miriñaque, falda muy amplia de moda en el
siglo XVII que daba un aspecto ridículo a la mujer.
Todo el poema sigue una estructura
paralelística: primero una frase en que plantea una hipótesis, que sea un
objeto que tiene una forma parecida a la falda; esta frase empieza siempre con
la anáfora Si. Luego la oración principal que sigue a la condicional, y que
puede ser pregunta o una frase imperativa.
Las metáforas insisten siempre en la
forma acampanada, de la que sale el cuerpo puntiagudo de la mujer: campana,
pirámide, peonza, pan de azúcar, capitel, cucurucho de disciplinante, punzón y
estuche, cubilete, coroza, embudo. Sólo en el último verso aparecen los
términos reales de todas las metáforas:
mujer y falda.
Como en todos los poemas humorísticos
de Quevedo abundan los juegos de palabras, las imágenes cómicas y la ironía,
sarcástica casi siempre.
Miré los muros. Francisco de Quevedo.
Salmo XVII. Enseña como todas las cosas avisan de la muerte.
Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes ya desmoronados
de la carrera de la edad cansados
por quien caduca ya su valentía.
Salíme al campo: vi que el sol bebía 5
los arroyos del hielo desatados,
y del monte quejosos los ganados
que con sombras hurtó su luz al día.
Entré en mi casa: vi que amancillada
de anciana habitación era despojos, 10
mi báculo más corvo y menos fuerte.
Vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.
En este soneto, Quevedo
trata otro de los temas recurrentes del Barroco, tal como se aprecia en el
título: la fugacidad de la vida, en este caso remarcando la presencia de la
muerte en todo lo que nos rodea (tópico conocido como memento mori). Al parecer la influencia clásica del soneto
la encontramos en el filósofo latino Séneca, uno de los principales estoicos.
El estoicismo es una de las corrientes filosóficas que más huella dejan en
Quevedo. Pese a la gravedad del tema, no
usa un tono de lamentación, sino de conformidad ante la ley de la vida, como
buen estoico.
No hemos de relacionar la
palabra patria con la situación política de la época, por lo visto el
significado de la palabra patria es Madrid, en este caso, porque en aquel
tiempo se derribaron sus muros para agrandar la ciudad. Esto le da pie para la
reflexión de que lo anteriormente fuerte y que parecía eterno, acaba por
desaparecer, como todo en la vida.
En cuanto a la estructura
interna, hay que destacar el uso del pretérito imperfecto, con que empiezan las
tres primeras estrofas, lo cual le da un aspecto narrativo al poema, aunque en
realidad no cuente ningún hecho concreto, sino simplemente una reflexión
progresiva: los muros y el paisaje exterior son un reflejo de la decadencia,
del crepúsculo que anuncia la oscuridad; pero también en su casa y en sus
objetos personales aparecen las señales de la vejez y de la muerte.
Entre las figuras
retóricas destacan: la aliteración (miré los muros de la patria mía), los
hipérbatos (de la carrera de la edad cansados, de anciana habitación era
despojos), la antítesis (más curvo y menos fuerte), las personificaciones (el
sol bebía, los muros cansados, vencida la espada). También es revelador el
campo semántico de las palabras que se refieren al paso del tiempo: tiempo, carrera de la edad, caduca, día,
anciana, vencida de la edad, recuerdo.
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