Estiamados Poeliteratos:
En esta entrada os paso la séptima sesión de la Unidad de Programación 1. Naturalmente, destinada al estudio de las propiedades textuales, más concretamente, la coherencia.
Espero que os gusten las actividades.
Atentamente,
Alejandro Aguilar Bravo.
1ª Actividad. Actividad de repaso. Corrección de actividades.
Descripción de la actividad. Corrección de las actividades de la sesión anterior.
Recurso. Las actividades de clase se corregirán en el cuaderno de clase.
Agrupamiento. Actividad en gran grupo.
Tiempo estimado. 10 minutos.
2ª Actividad. Actividad de desarrollo y motivación. Dictado 6.
Descripción de la actividad. Elaboración de un dictado basado en la siguiente norma ortográfica: Después de la sílaba tur, debe ir B. Por ejemplo: disturbios, turbina, perturbar, turbante.
Recurso. El enlace de la actividad es el siguiente:Dictado 6
Agrupamiento. Actividad en gran grupo (Todos los alumnos elaborarán el dictado en el cuaderno de clase) e individual (Uno de ellos lo hará en la pizarra sirviendo como modelo para su corrección)
Tiempo estimado. 5 minutos.
3ª Actividad. Actividad de desarrollo y motivación. La mala costumbre.
Descripción de la actividad. Audición de la canción de Pastora Soler, La mala costumbre, acompañada por David Bisbal. Tras ello, se le pedirá al alumnado que nos indiquen cuál es el tema de la canción.
Recurso. El enlace de la canción es el siguiente: La mala costumbre de Pastora Soler.
Agrupamiento. Actividad en gran grupo.
Tiempo estimado. 5 minutos.
4ª Actividad. Actividad de desarrollo y motivación. Exposición teórica. Las propiedades textuales: la coherencia.
Descripción de la actividad. Explicación teórica sobre las propiedades textuales, más concretamente, sobre la coherencia.
Recurso. El enlace de la actividad es el siguiente: Exposición teórica. La coherencia
Agrupamiento. Actividad en gran grupo.
Tiempo estimado. 15 minutos.
5ª Actividad. Actividad de desarrollo y motivación. La mala costumbre.
Descripción de la actividad. Lectura de un texto narrativo titulado La mala costumbre. Tras ello, los alumnos deberán realizar una serie de actividades de carácter comprensivo, pero también de afianzamiento de los saberes básicos que se han estudiado en las últimas sesiones.
La mala costumbre
El parque olía a tierra mojada y hojas secas. Era una tarde de finales de octubre, cuando la luz cae pronto y todo parece preparado para un final. Alejandra llegó con las manos en los bolsillos del abrigo, tratando de ordenar las frases en la cabeza como quien acomoda libros en una balda: por altura, por color, por lo que duele menos.
Saulo ya estaba sentado en el banco de siempre, el mismo banco donde, meses atrás, habían contado chistes malos y prometido fiestas que nunca organizarían. Tenía el pelo algo despeinado por el viento y una expresión que mezclaba cansancio con ganas de decir algo importante. Cuando vio a Alejandra sonrió, esa sonrisa pequeña que a ella le daba calma.
Se sentaron separados por un hueco que, en otra época, hubiera sido apenas una distancia física. Ahora ese hueco parecía un abismo. Un niño pasó corriendo con una cometa; el sonido de los motores lejanos, el murmullo de la fuente: todo formaba un telón detrás de ellos.
Hablaron de lo habitual: exámenes, profes, una película que a uno le había gustado y al otro no. Fueron palabras fiables, seguras, esas que no comprometen nada. Entre frase y frase aparecía el pensamiento que los cosquilleaba: tengo que decírselo. Pero cada vez que la palabra punzaba, se guardaba.
Ella notó cómo la garganta se le apretaba. Por un segundo pensó en decirlo: en colocarlo encima del banco, decirlo como quien compra una entrada y la guarda en la cartera. Pero la frase se le quedó a mitad: la voz, traicionera, la dejó colgada.
Saulo la miró con una mezcla de sorpresa y decepción. Después hizo como si no hubiera pasado nada. Se levantaron, se despidieron con un abrazo rápido, uno de esos abrazos que no dicen todo lo que quieren decir, y se fueron por caminos distintos.
Esa noche, Alejandra repasó la escena como quien vuelve a ver una película mala: sabía lo que habría pasado si hubiera dicho las tres palabras del todo, si las hubiera dicho con voz clara y sin miedo. Pero no las había dicho. “Mala costumbre”, pensó, y trató de no darle un valor definitivo.
Pasaron los días. Saulo escribió un mensaje antes de marcharse: una foto de la estación, una frase breve —“llegué bien”— y un emoji. Alejandra respondió con un cuídate que sonó como una despedida. Mantuvieron contacto las primeras semanas: mensajes cortos, algunos audios, promesas de llamarse. La vida se iba llenando de excusas, de horarios que no coincidían, de silencios que ocupaban cada vez más.
Un mes después, una llamada rompió la rutina: voz ajena, palabras medidas. “Ha habido un accidente. Saulo…” La noticia llegó sin adornos y se instaló como una losa. No hubo violencia explícita en la descripción, sólo la certeza de que ya no podría enviar mensajes, ni sonreír en el banco, ni volver a intentar decir lo que no había dicho.
Alejandra no recuerda bien las horas que siguieron. Lo que sí recuerda es el banco vacío en el parque, la estación donde él se despidió en la foto, un montón de frases que se habían quedado a medias. Y, sobre todo, el peso de la frase que nunca pronunció. Te quiero.
Los años fueron pasando y casi todo se fue apaciguando menos el remordimiento. Alejandra volvió muchas tardes al banco; se sentaba, miraba la fuente y repetía en voz baja lo que no había dicho. A veces se lo decía a sí misma; otras, a una hoja que escribía y quemaba. El arrepentimiento no la dejó completo. Aprendió a reír con amigos, a terminar los estudios, a trabajar. Pero de vez en cuando, cuando una canción sonaba por casualidad o al cruzar una esquina veía un reflejo que le recordó la sonrisa de Saulo, el dolor volvía, frío y limpio: una punzada que la devolvía al día en que la mala costumbre les arrebató la oportunidad.
En clase, cuando pedía a sus alumnos que no guardaran las cosas importantes, hablaba de él en pasado, sin dramatismos morbosos. Les decía: “No esperéis a que un momento sea perfecto para decir lo que sentís. A veces los momentos no vuelven”.
Y en el banco del parque, cada vez que pasa alguien joven y tímido, Alejandra piensa en la sonrisa que no escuchó convertida en palabras. Porque no fue la ausencia de un adiós lo que más le dolió: fue la ausencia de un te quiero que nunca llegó a sonar en voz alta entre ellos.
Alejandro Aguilar Bravo, La mala costumbre, 2025
Cuestiones
- ¿Dónde se desarrolla principalmente la historia de Alejandra y Saulo?
- ¿Qué noticia importante le da Saulo a Alejandra durante la conversación en el parque?
- ¿Qué palabras no llega a decir Alejandra aunque lo siente profundamente?
- ¿Qué le ocurre a Saulo después de marcharse a la ciudad?
- ¿Qué hace Alejandra años después cuando recuerda a Saulo y lo que nunca le dijo?
- Tema del texto: ¿Cuál es el tema principal de la narración “La tarde que no se dijo nada”? Explícalo con tus propias palabras.
- Resumen: Resume el contenido del texto en un máximo de 6-7 líneas, atendiendo a los personajes principales, el lugar donde ocurre y el desenlace.
- Estructura: Señala la estructura del texto (planteamiento, nudo y desenlace) e indica qué fragmentos corresponden a cada parte.
- Secuencias discursivas: Identifica las principales secuencias discursivas presentes en el relato (narrativas, descriptivas y dialogadas). Cita ejemplos concretos del texto y razona por qué corresponden a cada tipo.
- Rasgos lingüísticos del texto narrativo: ¿Qué rasgos propios de los textos narrativos aparecen en esta narración? (Piensa en el uso de verbos, narrador, personajes, tiempo, etc.). Explica tu respuesta con ejemplos del texto.
- Coherencia: ¿Por qué se puede decir que este texto es coherente? Razona tu respuesta teniendo en cuenta la unidad temática, la progresión de las ideas y la relación entre las distintas partes.
Recurso. Fotocopia del texto y las actividades.
Agrupamiento. Actividad en gran grupo (Lectura del texto) e individual (Elaboración de las actividades)
Tiempo estimado. 30 minutos
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