9 de marzo de 2018

SECUENCIACIÓN DE ACTIVIDADES. LEPOLODO ALAS CLARÍN Y LA REGENTA. ACTIVIDADES PARA TRABAJAR LA OBRA NARRATIVA DE LEOPOLDO ALAS CLARÍAN, LA REGENTA, EN SECUNDARIA

Estimados Poeliteratos:

Hoy, 9 de marzo, os presento una nueva secuenciación de actividades destinada al estudio de la producción novelística de Leopoldo Alas Clarín, centrándonos especialmente en su novela La Regenta. Estas actividades están destinadas al cuarto curso de Educación Secundaria Obligatoria. 
Espero que os gusten las actividades. 
Atentamente, 
Alejandro Aguilar Bravo. 


1ª Actividad. Actividad de inicio y motivación. La heroica ciudad dormía la siesta. 

Descripción de la actividad. Visionado de un breve documental sobre los principales persanajes que intervienen en la obra de Leopoldo Alas Clarín, La Regenta. 

Recursos. Para llevar a cabo esta actividad, se hará uso de producto audiovisual extraído de Youtube: https://youtu.be/CVewpBFJzic
Agrupamiento. Actividad en gran grupo. 
Tiempo estimado. 10 minutos. 


2ª Actividad. Actividad de desarrollo y motivación. Exposición teórica. 

Descripción de la actividad. Explicación teórica sobre las principales características de la producción narrativa de Leopoldo Alas Clarín, centrándonos especialmente en su obra La Regenta.










Recursos. Para llevar a cabo esta actividad, se hará uso de una presentación multimedia extraído del siguiente enlace:Presentación multimedia en PDF
Agrupamiento. Actividad en gran grupo. 
Tiempo estimado. 15 minutos. 

3ª Actividad. Actividad de desarrollo y motivación. Ana Ozores

Descripción de la actividad. Tras la lectura de un fragmento de la obra de Leopoldo Alas Clarín, La Regenta, se identificarán las principales características del realismo en el fragmento. 

FRAGMENTO
La Regenta
[Leopoldo Alas Clarín] 
Ana corrió con mucho cuidado las colgaduras granate, como si alguien pudiera verla desde el tocador. Dejó caer con negligencia su bata azul con encajes crema, y apareció blanca toda, como se la figuraba don Saturno poco antes de dormirse, pero mucho más hermosa que Bermúdez podía representársela. Después de abandonar todas las prendas que no habían de acompañarla en el lecho, quedó sobre la piel de tigre, hundiendo los pies desnudos, pequeños y rollizos en la espesura de las manchas pardas. Un brazo desnudo se apoyaba en la cabeza algo inclinada, y el otro pendía a lo largo del cuerpo, siguiendo la curva graciosa de la robusta cadera. Parecía una impúdica modelo olvidada de sí misma en una postura académica impuesta por el artista. Jamás el Arcipreste, ni confesor alguno había prohibido a la Regenta esta voluptuosidad de distender a sus solas los entumecidos miembros y sentir el contacto del aire fresco por todo el cuerpo a la hora de acostarse. Nunca había creído ella que tal abandono fuese materia de confesión.
Abrió el lecho. Sin mover los pies, dejose caer de bruces sobre aquella blandura suave con los brazos tendidos. Apoyaba la mejilla en la sábana y tenía los ojos muy abiertos. La deleitaba aquel placer del tacto que corría desde la cintura a las sienes.
-«¡Confesión general!» -estaba pensando-. Eso es la historia de toda la vida. Una lágrima asomó a sus ojos, que eran garzos, y corrió hasta mojar la sábana.
Se acordó de que no había conocido a su madre. Tal vez de esta desgracia nacían sus mayores pecados.
«Ni madre ni hijos».
Esta costumbre de acariciar la sábana con la mejilla la había conservado desde la niñez. -Una mujer seca, delgada, fría, ceremoniosa, la obligaba a acostarse todas las noches antes de tener sueño. Apagaba la luz y se iba. Anita lloraba sobre la almohada, después saltaba del lecho; pero no se atrevía a andar en la obscuridad y pegada a la cama seguía llorando, tendida así, de bruces, como ahora, acariciando con el rostro la sábana que mojaba con lágrimas también. Aquella blandura de los colchones era todo lo maternal con que ella podía contar; no había más suavidad para la pobre niña. Entonces debía de tener, según sus vagos recuerdos, cuatro años. Veintitrés habían pasado, y aquel dolor aún la enternecía. Después, casi siempre, había tenido grandes contrariedades en la vida, pero ya despreciaba su memoria; una porción de necios se habían conjurado contra ella; todo aquello le repugnaba recordarlo; pero su pena de niña, la injusticia de acostarla sin sueño, sin cuentos, sin caricias, sin luz, la sublevaba todavía y le inspiraba una dulcísima lástima de sí misma. Como aquel a quien, antes de descansar en su lecho el tiempo que necesita, obligan a levantarse, siente sensación extraña que podría llamarse nostalgia de blandura y del calor de su sueño, así, con parecida sensación, había Ana sentido toda su vida nostalgia del regazo de su madre. Nunca habían oprimido su cabeza de niña contra un seno blando y caliente; y ella, la chiquilla, buscaba algo parecido donde quiera. Recordaba vagamente un perro negro de lanas, noble y hermoso; debía de ser un terranova. -¿Qué habría sido de él?-. El perro se tendía al sol, con la cabeza entre las patas, y ella se acostaba a su lado y apoyaba la mejilla sobre el lomo rizado, ocultando casi todo el rostro en la lana suave y caliente. En los prados se arrojaba de espaldas o de bruces sobre los montones de yerba segada. Como nadie la consolaba al dormirse llorando, acababa por buscar consuelo en sí misma, contándose cuentos llenos de luz y de caricias. Era el caso que ella tenía una mamá que le daba todo lo que quería, que la apretaba contra su pecho y que la dormía cantando cerca de su oído:
Sábado, sábado, morena,
cayó el pajarillo en trena
con grillos y con cadenaaa...
Y esto otro:
Estaba la pájara pinta
a la sombra de un verde limón...
Estos cantares los oía en una plaza grande a las mujeres del pueblo que arrullaban a sus hijuelos...
Y así se dormía ella también, figurándose que era la almohada el seno de su madre soñada y que realmente oía aquellas canciones que sonaban dentro de su cerebro. Poco a poco se había acostumbrado a esto, a no tener más placeres puros y tiernos que los de su imaginación.
Recursos. Fragmento de la obra de Leopoldo Alas Clarín, La Regenta. 
Agrupamiento. Actividad en gran grupo (Lectura del texto) y actividad invididual (Reconocimiento de las características en el fragmento)
Tiempo estimado. 20 minutos. 

4ª Actividad. Actividad de desarrollo y motivación. Eternas desdichadas: Ana Ozores, Anna Karenina y Emma Bovary. 

Descripción de la actividad. Tras buscar información de la obra de Gustave Flaubert, Madame Bovary, y la de Leon Tolstoy, Anna Karenina,  nuestros alumnos deberán realizar un cuadro comparativo entre esta obra y La Regenta de Leopoldo Alas Clarín, centrándose especialmente en el papel de sus dos protagonistas: Emma Bovary, Anna Karenina y Ana Ozores. 


Recursos.
- Enlace del argumento de Madame Bovary, de Gustave Flaubert. Argumento de Madame Bovary.
- Enlace del argumento de Anna Karenina, de Leon Tolstoy. Argumento de Anna Karenina.
- Enlace del argumento de La Regenta, de Leopolodo Alas Clarín. Argumento de La Regenta. 
Agrupamiento. Actividad por parejas. 
Tiempo estimado. 5 minutos [La actividad se empezará en clase y se mandará como actividad para casa. Se corregirá en la siguiente sesión]

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