21 de julio de 2015

ARTÍCULO: LA EXHORTACIÓN Y SUS USOS. ALEJANDRO AGUILAR BRAVO

  1. CONCEPTO DE ORACIONES EXHORTATIVAS

            La Nueva Gramática de la Real Academia Española define la exhortación con criterios pragmáticos.  Dos son los factores que se ponen de relieve:
  • Por un lado, la idea de que la diferencia que media entre la exhortación y el mandato está relacionada con la distinta jerarquía social del emisor y de su/s interlocutor/es.
  • Por otro, la idea de que el deseo, el ruego y el mandato no son sino distintos grados de una misma escala, la exhortativa.
Por ello, antes de continuar con nuestro estudio, es conveniente definir los conceptos de exhortación, mandato o ruego.
a)    La exhortación es un mandato atenuado, sin la crudeza del Imperativo, el cual se emplea sólo cuando nos dirigimos a otro que consideramos igual o inferior en autoridad o poder. La exhortación es a la vez un mandato que incluye ruego y por eso se expresa en Presente de Subjuntivo.
b)    El mandato queda reducido en castellano a la segunda persona. En caso contrario, se emplea la tercera persona del Presente de Subjuntivo (Tenga cuidado, señora), convirtiendo el mandato en exhortación o ruego. Cuando el mandato se expresa de un modo absoluto, sin relación a tiempo ni espacio, se pude sustituir por el futuro Simple de Indicativo (No cometerás actos impuros)
c)    El ruego. Son construcciones oracionales que suelen contener fórmulas de cortesía (Por favor; si no es molestia), que se construyen tanto con verbos en modo Imperativo como en el Presente del Subjuntivo, empleando para ello una serie de rasgos prosódicos (el tono de voz, suavidad de la entonación) y kinésicos  (los gestos).

A través de los enunciados exhortativos, se plantea la solicitud explícita de la realización de una acción por parte del hablante al oyente, es decir,  el hablante espera del oyente una respuesta de actuación no lingüística, apareciendo de esta forma la función apelativa, la cual fue establecida por Roman Jakobson. Esto puede observarse en los siguientes ejemplos:

a)    Sal inmediatamente de esta habitación
b)    Ven pronto, Luis.
           

  1. PROCEDIMIENTOS PARA LA EXPRESIÓN DE ENUNCIADOS EXHORTATIVOS
            El imperativo resulta el procedimiento formal más adecuado para la expresión de la exhortación ya que, como indicamos en otro lugar, pertenece a un plano especial de la lengua, la llamada al interlocutor o Appell (Alarcos). Las posturas de los gramáticos en tomo a la consideración modal del imperativo, como se vio en el lugar indicado, se dividen entre la de aquellos que postulan que se trata de un modo independiente y de la que aquellos otros que, en cambio, tratan al imperativo como una variante del subjuntivo (optativo o desiderativo). En cuanto a su consideración temporal. Bello (1847) y Cuervo (1874) señalaban que el imperativo tiene la propiedad de referirse a acciones que no han tenido ni están teniendo lugar; se trata, por tanto, de acciones futuras.
     El imperativo se distingue también del resto de las formas finitas en el hecho de que sólo admite  los átonos personales en forma enclítica y además en el hecho de que la -d de la segunda persona del plural se elimina con el pronombre os (callaos, sentaos, levantaos...), salvo en idos.
      El imperativo sólo posee formas de segunda  persona, la singular y la plural. Dado su carácter eminentemente apelativo, carece de una forma de primera persona singular. Resulta, por tanto, inconcebible el empleo del imperativo fuera de los usos : descritos, a no ser que se use en expresiones fijadas, como los refranes (Siéntate en tu puerta y verás el cadáver de tu enemigo pasar; Dime con quién andas y te diré quién eres).
Para el tratamiento de usted se emplean, como ocurre con el resto de las formas finitas, las formas de tercera persona del presente subjuntivo (Vuelvan usted(es) mañana), tiempo verbal que es el usado también para la primera persona del plural, que incluye al oyente (Volvamos a casa).
            Se emplean también las formas del presente de subjuntivo en las negaciones (No mires; No vengas; No vayas a tu casa esta noche), aunque Cuervo (1874) cita algunos ejemplos en la lengua antigua en los que comparecen el imperativo y la negación (Non fablad).
            Como se acaba de señalar, el infinitivo se emplea en las negaciones pero también en construcciones afirmativas (Callar) -típicas de la lengua hablada-. Gili Gaya (1943:§41), siguiendo Juret y a Meyer-Lübke, apunta que este empleo era conocido ya por el latín y por los textos medievales de algunas lenguas romances. El citado académico consideraba que el uso de infinitivo en lugar del imperativo puede estar favorecido por la igualación acentual de ambas formas y por el carácter relajado de la /d/ en la distensión silábica, que puede provocar su confusión con la -r relajada y fricativa del infinitivo en posición final.
Más frecuente es encontrar el infinitivo precedido de la preposición a (¡A callar / dormir / comer!), en tal uso esta forma no finita puede aplicarse indistintamente a la segunda persona del singular o a la del plural, a diferencia del simple infinitivo, restringido a la plural. En este uso, el infinitivo tiene una fuerza conminatoria mayor, lo que se demuestra por su incompatibilidad con el atenuante por favor (Callar, por favor /* ¡A callar, por favor!).
A pesar de lo indicado, el infinitivo puede emplearse sin necesidad de que se aplique a un sujeto, esto es, en referencia genérica o inespecífica (No aparcar aquí; No fumar).
Se denomina imperativo retrospectivo al empleo del infinitivo compuesto con valor imperativo:
a. -Tengo mucha hambre.
        - Pues haber comido más.
b. - Estoy muerta de frío.
        - Haberlo dicho antes.  

El presente de indicativo puede ser empleado con valor yusivo, sustituyendo al futuro de indicativo. Como decíamos allí, este uso ha sido denominado por algunos autores presente con valor imperativo:
a. Mañana haces las maletas y te vas de aquí
b. Mañana harás las maletas y te irás de aquí     
Se deduce de lo dicho y del ejemplo que el futuro de indicativo se emplea con valor de mandato. La perífrasis formada por ir + a + Inf. permite, por su parte, una expresión menos distanciada que la del futuro de indicativo, pero también menos explícita que la del imperativo:
 Mañana vas a hacer las maletas y te vas a ir de aquí.

            La primera persona del plural del presente subjuntivo, en este sentido, es la única que puede emplearse para expresar un deseo o una orden sin necesidad de que figure ninguno de los elementos aludidos. En la lengua hablada puede emplearse también el presente de indicativo:
            a. Vayamos a la playa.
           b. Salgamos a dar una vuelta.
           c. Vamos / vámonos al campo.
           
            Garrido (1999) indica, en este sentido, que el subjuntivo independiente ha quedado restringido a verbos como vivir y morir y a ciertas construcciones fosilizadas, que manifiestan la posibilidad de colocación del SUJ en posición antepuesta al verbo. El subjuntivo puede figurar también en oraciones independientes con se impersonal cuando, como señala el citado autor, la tercera persona no es indicio de tratamiento dirigido al interlocutor. En estas últimas construcciones -características del lenguaje administrativo y jurídico-, debe notarse la posposición del clítico, resto de la lengua medieval:
a. ¡Muera la guerra y viva la inteligencia!
b. ¡Quiera Dios que todo se solucione!
c. ¡Dios quiera que todo se solucione!
d. Véase más arriba.
e. Una vez concluido el acto, especifiquese            el ritual empleado en su conclusión.
            En la lengua actual, especialmente en la hablada, son más frecuentes las construcciones encabezadas por un que átono. La imposibilidad de control por parte del hablante provoca, por lo demás, que estas secuencias, como indica Garrido, sean interpretables como un deseo; mientras que en otros casos sin alusión a quién debe llevar a cabo la acción, se interpreten como un mandato. Otras veces  supone una alternativa al imperativo ¡Ven!, pero que vengas puede incrustarse como subordinada dependiente de un verbo de lengua, transmitiendo de forma indirecta la orden de venir:
a.  ¡Anda, y que te parta un rayo!
b.  ¡Que Dios te confunda!
c.   ¡Que vengas!
d.  Que se vea más abajo.
e.  Dice que vengas.
f.    Dice que venga Juan.

            Otro procedimiento descrito para la formulación de un enunciado exhortativo o yusivo es el empleo del gerundio  empleado sobre todo en la comunicación oral informal:

a. Ya te estás callando.
b. Vete trayendo la comida.
           Como indica López García (1996), con el empleo del gerundio y de algún indicador remático, como ya se logra una serie aspectualmente inceptiva, "capaz de reiterar la percepción del futuro y, con ella, la de las condiciones de la percepción exhortativa".
Por medio de enunciados interrogativos es también posible inducir un mandato. Estos casos constituyen actos de habla indirectos, pues a pesar de que presentan formalmente una modalidad (la interrogativa) se interpretan semánticamente con otra modalidad (la exhortativa):
      a. ¿Quieres traerme un vaso de agua?
b. ¿Me prestas ese libro?
c. ¿Te callas?
Garrido (1999) aduce, por su parte, el empleo de tres construcciones interrogativas para formular propuestas al interlocutor. La primera de ellas se caracteriza por estar encabezada con porqué no. Mediante dichas secuencias se atribuye una acción al oyente presentándolo como sujeto, aunque puede también quedar implicado el emisor:
a. ¿Por qué no te vienes mañana al campo?
b. ¿Por qué no sales un rato?  
c. ¿Por qué no vamos de excursión?
            El segundo tipo de construcción está constituido por secuencias como no hay por qué no + Inf. o no tienes / tenéis por qué no + Inf., con ellas se encuentran estrechamente relacionadas otras construcciones declarativas conformadas por no hay razón para que no /para no + Inf.
a. No hay por qué no ir al campo.
b. No tienes / tenéis por qué no desayunar cereales.
c. No hay razón para que no os vayáis a la playa.
d.  No hay razón para no irse a la playa.
            Por último, en algunas propuestas clasifícatorias, las oraciones imperativas han sido consideradas, según señala Alonso-Cortés (1999) como "oraciones vocativas unimembres" (Brungmann; Jakobson). Estas oraciones se caracterizan porque entre el sujeto -el vocativo- y el verbo no se estable una relación predicativa, sino que el sujeto es una forma de dirigirse o de apelar al oyente.
            Constituyen formas prototíticas del vocativo los pronombres personales tónicos de segunda persona  y los nombres propio. El uso del nombre propio cuando ambos interlocutores se conocen implica una convencionalidad en el trato. Manifiestan un grado de informalidad más acusada el empleo de hipocorísticos. Mayor grado de formalidad se consigue cuando se hace uso del apellido:
            a. ¡Ven aquí, tú!
            b. Vosotros, callaos.
            c. Juan, tráeme las gafas.
            d. ¿Querrás darme, María, aquellos cuadernos?
            e. Paco, silencio.
            f. Rodríguez, escríbame esos informes inmediatamente.



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