Federico García Lorca escribió Poeta en Nueva York entre 1929 y 1930, después del viaje que hizo a Estados Unidos y Cuba para dar unas conferencias. Éste es un libro póstumo de gran complejidad con notables influencias surrealistas, metáforas y asociaciones inesperadas entre elementos y objetos que resultan a veces de difícil interpretación, porque no es tanta la preocupación formal del autor, sino que pretende que el lector sienta, padezca, sufra y se emocione a través de sus poemas. Para Lorca Nueva York no es una ciudad, sino que la considera como “una ciudad mundo”.
Nueva York era un mundo diferente al que él provenía, era un propio mundo dentro del mundo. Un mundo negativo que convertía al hombre en un ser deshumanizado y símbolo de su sufrimiento, que se muestra con referencias a sus escenarios más característicos, uno de ellos Harlem, quizás el único lugar donde encontró los valores humanísticos que creía perdidos en la gran ciudad.
Por tanto el objetivo de este artículo es por una parte acercarnos al mundo mágico que era el barrio de Harlem en esas décadas y que influyó de forma tan penetrante en la obra del poeta e intentar acercarnos a la figura del poeta a través de sus poemas y por la otra señalar la importancia que tuvo la reivindicación del movimiento artístico que fue conocido como Harlem Renaissance y del que aun en la actualidad le somos deudores.
La influencia de Nella Larsen
Una de las figuras más importantes en el periodo en el que Lorca estuvo en Nueva York y por tanto de las mayores responsables de su concepción de Nueva York y del barrio de Harlem es la novelista mulata Nella Larsen que se constituirá como una de las principales integrantes del Renacimiento de Harlem y la principal guía de Lorca por sus calles, cabarets y círculos literarios.
Nella Larsen de nacionalidad norteamericana pero de ascendencia africana desarrolló dicho movimiento del barrio de Harlem con el fin de reflejar la mezcla de cultura americana y africana de sus calles a través del jazz, la música y la pintura. La conexión entre Lorca, Nella Larsen y los negros se produjo casi desde el momento en la que se conocieron, hasta el punto que Lorca en una de sus cartas dirá de ella a sus padres:
“Esta escritora es una mujer exquisita, llena de bondad y con esa melancolía de los negros, tan profunda y tan conmovedora. Dio una reunión y asistieron sólo negros. Ya es la segunda vez que voy con ella, porque me interesa enormemente. En la última reunión no había más blanco que yo” […]
“Los negros son una gente buenísima. Al despedirme de ellos me abrazaron todos y la escritora me regaló sus libros con vivas dedicatorias, cosa que ellos consideraron como un gran honor por no acostumbrar esta señora a hacerlo con ninguno de ellos”.
Sin embargo, la ilusión y el asombro de los primeros meses se convirtieron pronto en desencanto y soledad, pues lo que Lorca encuentra no es más que una urbe deshumanizada, fría y mecánica, que despierta en él rabia, dolor y una profunda tristeza. Ritmo trepidante y angustioso el de esa ciudad donde el progreso (las máquinas) y la deshumanización (la esclavitud) se dan la mano. Nueva York es, a los ojos del poeta, un imperio capitalista que atenta contra la dignidad del hombre:
«Yo quería hacer el poema de la raza negra en Norteamérica y subrayar el dolor que tienen los negros de ser negros en un mundo contrario, esclavos de todos los inventos del hombre blanco».
Nuevo mundo
Harlem es un barrio de Manhattan que ocupa una vasta área del Norte de la isla. Está delimitado por Morningside Heights al Suroeste, 96th Street al Sureste y 155th Street al Norte. En la década de 1920-1930 su población era mayoritariamente de origen africano y se trataba de un barrio marginal en el que la población blanca no vivía y por tanto los negros tenían establecidas sus propias costumbres artísticas. Toda esta marginación derivó en el movimiento social conocido como “renacimiento de Harlem” que consistía en una exaltación de la herencia afro-americana expresada a través de un derroche de arte, literatura, música y danza.
El movimiento que fue liderado por los intelectuales y la expansión de las culturas urbanas de la cultura afroamericana que ayudó a que los americanos blancos, por primera vez, empezaran a tomar nota de los talentos de los estadounidenses negros.
Al igual que en la actualidad está ocurriendo en la NBA (curiosamente el baloncesto en el que los negros son los amos y señores) con el jugador americano de origen taiwanés Lin, que está consiguiendo que se tengan muy en cuenta a los descendientes de asiáticos como personas integradas en la sociedad y en las costumbres propias de los americanos, como los propios medios estadounidenses reconocen, el renacimiento de Harlem logró destruir muchos estereotipos racistas a través de obras brillantes en el canto, la danza, la pintura y de impresión.
Y es que por primera vez los negros fueron mirados como personas y no únicamente como maquinas de trabajo insensibles, sin inteligencia ni capacidad artística. Es por tanto mucho más que un movimiento artístico, es un movimiento de liberación social, un movimiento hacia la igualdad de razas, es en general un golpe sobre la mesa de una sociedad reprimida pero muy consciente de sus raíces y sus tradiciones folklóricas.
Este movimiento incluso llegó a que las editoriales propiedad de los blancos publicaran libros de autores negros de los barrios de Harlem, incluso estadounidenses de raza blanca ayudaron a promover las obras literarias de los estadounidenses negro dentro de la comunidad blanca. El renacimiento de Harlem supuso pues un cambio en la manera de ser y sentir de la comunidad negra puesto que pasaron de ser una minoría marginal a estar orgulloso de ser afro-americano, o un negro norteamericano.
Los afroamericanos se sentían herederos de una cultura milenaria, su cultura, la africana, que ofrecía una herencia cultural pura y ancestral pero sobre todo nueva que podía contribuir a sentar las bases de una nueva civilización. Por este motivo, la recuperación del pasado africano y la reivindicación del mismo será un aspecto fundamental de la concepción artística. Sin embargo, y como cabe imaginar, la vanguardia afroamericana ocupó un lugar subordinado con respecto a la producción literaria de los blancos, por lo que, a las reivindicaciones por los derechos de los negros se unieron las que defendían una literatura independiente de los sistemas tradicionales blancos. Obviamente, no todos los escritores afroamericanos tenían la misma ideología ni escribieron en las mismas publicaciones, pero sí lograron crear toda una red de manifestaciones literarias propias, producidas por y para la población negra, que desafiaba abiertamente el sistema establecido por los blancos hacia los negros.
En general ya no solo los blancos representaban el arte americano. Los negros músicos estaban alcanzando grandes éxitos musicales a través del Jazz y blues, pero también a través de la música góspel. También tuvo un fuerte éxito las Africano-American obras, la poesía, ficción y ensayos que se produjeron a un ritmo elevado en un periodo de tiempo muy breve.
Nuevos modelos de arte
Entre todo este movimiento hubo grandes celebridades y lugares emblemáticos.Los poetas pioneros en esta exploración fueron Carl Dunbar y Langston Hughes. Una celebridad como el afroamericano Langston Hughes escribió obras de ficción sobre experiencias americanas de personajes negros como en su poema El negro habla de los ríos. Entre los lugares emblemáticos destacan The Cotton Club y el Teatro Apolo donde se reunían lo más aclamados intérpretes afroamericanos. Los principales músicos afro-americanos fueron Duke Ellington, Louis Armstrong, Billie Holiday, Ella Fitzgerald oBessie Smith fueron acogidos como estrellas ya que con ellos renacían además de la música, la danza y el teatro de raíces negras.
Un dato muy importante es que la literatura afroamericana de los años veinte se desarrolla en un periodo en el que los Estados Unidos estaban definiendo aún su identidad nacional. En este sentido, los afroamericanos que se veían como Lorca los describía, es decir, como parte fundamental de la sociedad americana aun estando a la sombra de los blancos, sintieron que tenían mucho que aportar, y reivindicaban su presencia en la sociedad.
Las nuevas generaciones de negros dejan atrás el pasado de esclavitud de las anteriores y comienzan a tomar conciencia de sí mismos, de su raza, una raza que no es inferior ni necesita la ayuda condescendiente del blanco. En esta generación la raza es un motivo de orgullo, el negro quiere ser reconocido por lo que es, incluidos sus defectos, ya no siente que tiene una deuda para con la sociedad blanca que lo acoge, sino que siente las mismas responsabilidades sociales que cualquier otro ciudadano. Todo ello aparece reflejado en el poema “Consider me” de Hughes, en el cual el autor une el hecho de ser negro al de llevar la vida que cualquier otro joven estadounidense podría describir.
A pesar de toda la importancia que tuvo este movimiento, no solo para el arte, sino para la sociedad en general el arte afroamericano de los años veinte ha quedado relegado al olvido de la historia, bajo el falso presupuesto de que no logró sus objetivos. Sin embargo, el arte que floreció en Harlem no sólo fue extraordinario, sino que fue el correlato de un cambio radical en la mentalidad de los afroamericanos. Si bien es cierto que su desarrollo se vio obstaculizado por acontecimientos políticos y económicos de orden internacional, también es cierto que sentó las bases del cambio, y que supuso un gigantesco paso adelante para la conciencia del hombre negro en todo el mundo.
El declive del renacimiento de Harlem comenzó a mediados de la década de 1930 a consecuencia de la Gran Depresión, que provocó que las necesidades financieras se hicieran más importantes que la expresión artística. Esto provocó que muchos artistas afro-americanos tuvieran que dejar Harlem y cambiar de estilo de vida para encontrar trabajo en otros lugares, pero los escritores negros que permanecieron mantuvieron la escritura y sus obras se publicaron aun acabado el movimiento.
Revolución en todo el mundo
Gracias a la llama surgida en Harlem a finales de los años cuarenta, como ha ocurrido con la llamada Primavera Árabe o el movimiento 15-M que también marcó el germen de la liberación aunque con distintos resultados, el movimiento nunca muere sino que reaparece bajo el movimiento de la Negritud africano. Y es que una vez puesta la semilla en Harlem, se recogen todos los frutos de la liberación de la raza negra y tras la Segunda Guerra Mundial las potencias europeas liberan a las colonias poco a poco, y es entonces el turno de los autores africanos de hacerse oír por todo el mundo moderno.
En París, en torno a la revista L´Etudiant Noir se unen autores como Léon Damas, de Guyana, Aimé Césaire, de Martinica y Léopold Senghor, de Senegal. Esta vez los negros africanos y de diversas zonas del sur de América unen sus voces en el movimiento de la Negritud, un movimiento que se deja sentir claramente en Europa y ante el cual ya no se pueden hacer oídos sordos.
En 1920 aparece en Senegal un libro para niños que funda esa expresión, Les Trois Volontés de Malic, del escritor Ajmadú Mapaté Diagne. La eclosión de los poetas y escritores que rápidamente se sucedieron va aparejada con obras como la del poeta galo Blaise Cendrars, que de niño había vivido en Egipto, quien publica su "Antología negra", fuertemente influido por esa cultura, en 1921.
En 1928 se inicia en Cuba el "negrismo" cubano, también influido por la música de la isla (principalmente el son) y por la santería de la tradición abakuá, como bien ha observado Alejo Carpentier. En 1930 aparecerá el poemario "Motivos del son" del emblemático Nicolás Guillén, y al año siguiente su no menos célebre "Sóngoro Cosongo".
Importancia de Poeta en Nueva York
Todo esto provoca que Poeta en Nueva York sea un libro de crisis: por un lado refleja la crisis personal de Federico García Lorca en la que se integra su crisis de identidad provocado por su sexualidad y sus rechazos amorosos que le hace sentirse distinto y marginado y por tanto que le hace ser un inadaptado en cualquier sociedad y por otro lado la crisis social provocada por el contacto directo con la ciudad que se erigió en símbolo del mundo contemporáneo y real, un mundo masificado y deshumanizado. La crisis social procede del impacto que tiene en un poeta andaluz, enamorado de la belleza, que ha vivido en una ciudad hermosa, pequeña y familiar como es Granada, al encuentro directo con Nueva York, símbolo del capitalismo y del mundo contemporáneo.
Fruto de ambas crisis nace Poeta en Nueva York que unido a su crisis personal que de manera irremediable provoca su simpatía con los grupos sociales excluidos, los gitanos de Romancero gitano y los negros de Poeta en Nueva York. El propio Lorca se ve como un negro más de Harlem, se ve reflejado en la lucha de los negros ante la sociedad americana y en la larga lucha que están obligados a llevar a cabo. Lorca justificaba de esta manera su reflejo con los sectores marginados de la sociedad:
«Yo creo que el ser de Granada me inclina a la comprensión simpática de los perseguidos. Del gitano, del negro, del judío... del morisco, que todos llevamos dentro».
Poeta en Nueva York y Romancero gitano son dos libros representativos y muy similares en cuanto a la temática. Lorca encuentra en los negros de Nueva York la imagen y el recuerdo de los gitanos de Granada. En cuanto a la relación entre los negros y los gitanos la principal diferencia que se da en Poeta en Nueva York y Romancero gitano es puramente formal.
El Romancero Gitano tiene una forma poética tradicional como es el romance, en Poeta en Nueva York lleva a cabo una estructura más moderna y versolibrista, que se manifiesta en la musicalidad que habitualmente encontramos en la obra de Lorca, que adquiere un golpeteo de máquina en Poeta en Nueva York, sin la cadencia sensual del Romancero, y ensaya un ritmo “cubano” a tono con la reivindicación de lo poético y lo humano resguardado en el negro.
Este cambio estético en Lorca es muy oportuno al tratar ambos espacios, el del gitano y el de la ciudad moderna industrial. Y es que en el ámbito del romancero en Andalucía hay gran calor humano en contraste con la menor densidad poblacional, que se expresa en un arte humanizado. En New York, tan densamente poblada, el poeta denuncia una soledad brutal que provoca la ausencia de calidez humana, que se expresa en un arte deshumanizado.
Sin embargo, hay más elementos de contacto que de divergencia entre ambas obras, pero no en el plano formal, sino semiótico. Así, tenemos que la presencia del gitano en el Romancero la tiene el negro de Poeta en Nueva York: mientras que los gitanos los considera como los creadores de la magia andaluza, los negros son los únicos capaces de humanizar los Estados Unidos y a través de su originaria cultura son capaces de convocar a la naturaleza que han expelido de las ciudades, y también rescatan la musicalidad pero no la que proviene del sonido urbano de las máquinas, sino la que proviene de la vida, de sus raíces, de su alma.la población de Estados Unidos le debe mucho a los negros ya que sin ellos, la población urbana de los Estados Unidos parecería un pueblo sin raíces, sin vida, sin fe.
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