Casi lo mejor de aquellos libros escritos en el español de América eran sus comienzos asombrosos. Se leía la primera línea y ya se estaba en el interior de un mundo, en el desafío de un misterio, en la corriente de una historia. Eran principios que nos parecían tan poderosos como los de los grandes relatos originarios, el del Génesis o el del Quijote, el de En busca del tiempo perdido, la Ilíada. Delante del pelotón de fusilamiento el coronel Aureliano Buendía se acuerda de la mañana remota en que su padre lo llevó a descubrir el hielo. Alguien vino a Comala porque le habían dicho que allí vivía su padre, Pedro Páramo.
La muerte de Gabriel García Márquez es uno de los finales tristes de aquellos principios, y la tristeza no es solo la del apagarse de una vida y el paso del tiempo. De muy joven uno no sabe que hay arranques de historias tan demasiado brillantes que han de acabar forzosamente en finales sin lustre, en la decepción de las promesas que no podían cumplirse. La apoteosis póstuma del escritor elevado a monumento ahoga el rumor siempre en voz baja de la literatura. Guardias presidenciales, banderas, disputas sobre el destino de las cenizas, como sobre las reliquias milagrosas de un santo. Que se quiera exhibir una parte de las cenizas del escritor en una urna de vidrio, en el museo de su ciudad natal, quizás es una prueba de que las desmesuras del realismo mágico pueden ser tan perjudiciales en la vida cívica como en la novela. Gobiernos oligárquicos que niegan a la inmensa mayoría de sus ciudadanos el derecho a la educación y por lo tanto al disfrute de la literatura se condecoran a sí mismos con la pompa vacía de la glorificación del escritor y gastan en ella lo que no gastarán nunca en bibliotecas ni escuelas públicas ni becas de estudio. Personajes de rango económico y político nos informan en sus necrológicas de la amistad —entrañable— que los unía al difunto y hasta de la alta opinión que este tenía de ellos.
De muy joven yo leía a Gabriel García Márquez para aprender a hacerme escritor. Luego, en algún momento, lo seguía admirando, pero ya había dejado de leerlo. Mi idea de la escritura se fue volviendo más austera, y la sobreabundancia verbal que antes me había, literalmente, encantado, ahora me fatigaba, con su monotonía de desmesuras y prodigios. García Márquez empezó a representar para mí una clase de escritor a la que me siento muy ajeno: el escritor Victor Hugo, que actúa ya en vida como un monumento de sí mismo, que proyecta sobre un país entero su sombra excesiva de caudillo. Me gusta más el escritor reservado, el escritor Onetti o Flaubert. Lo que más me queda de la obra de García Márquez es el recuerdo de los artículos que publicaba en EL PAÍS en los años ochenta y esa primera frase que sigo sabiéndome de memoria, seguida ahora por un gran espacio en blanco. Por curiosidad literaria, por lealtad a lo que me importó tanto, me hago el propósito de abrir de nuevo la novela y leerla de principio a fin.
El texto que vamos a comentar presenta las características propias de los artículos de opinión, subgénero periodístico que se engloba dentro del periodismo. Este se caracteriza según José Luis Gómez-Albertos por ser “un medio de comunicación de masas que tiene como objetivo la difusión de los hechos documentables y la propuesta de comentarios limpiamente subjetivos u opiniones acerca de acontecimientos socialmente relevantes”.Además, el texto presenta una serie de intenciones comunicativas que se actualizan a través de los diversos planos lingüísticos. De ello, daremos cuenta siguiendo el modelo de análisis de Isabel Paraíso y las propuestas de Marcos Marín en “Comentario de texto: teoría y práctica”.
En el plano fonemático comenzaron por el fonológico. Como podemos apreciar presenta un estado del español estándar propio del siglo XX. Es gracias al plano pragmático por lo que se sabemos que se trata de un texto del siglo XXI, debido a la aun presente y actual muerte del colombiano García Márquez. (“La muerte de García Márquez”, línea 9)
El grupo de intensidad, por su parte, nos indica como el autor maneja la posición proclítica o enclítica de las palabras para resaltarlas; nótese la manera que antepone los verbos para dar un mayor énfasis a la oración:
- “Me gusta más el escritor reservado….” Línea 32.
- Se leía la primera línea….” Línea 2.
Así como el uso de aditamientos, complementos adyacentes o complementos circunstanciales:
- “de muy joven yo leía….”línea 25.
- “por curiosidad literaria……” línea 34.
Sin embargo, este no es el uso más habitual pues el escritor respeta la posición normativa del español sin necesidad de marcar el tema o información nueva por el manejo del grupo de intensidad.
- “La muerte de Gabriel García Márquez es uno….” Línea 9
- “La apoteosis póstuma del escritor elevado a….” Línea 13
- “Mi idea de la escritura se fue volviendo…..” Línea 26
En cuanto al grupo fónico, en el español está entre las ocho y once sílabas. Sin embargo, en el teto del autor tiende a alargarlo fruto de su intención de claridad y verosimilitud que quiere otorga al texto:
- “casi lo mejor de aquellos libros escritos en el español de América eran sus comienzos asombrosos” (Líneas 1-2)
- “que se quiera exhibir una parte de las cenizas del escritor en una urna de vidrio, en el museo de su ciudad natal, quizás sea la prueba de que las desmesuras del realismo mágico pueden ser tan perjudiciales en la vida cívica como en la novela.”
No obstante, reduce el grupo fónico amplio que predominio en aquellas situaciones en las que necesita condensar el significado de aquello que expone:-Entrañable- Línea 22
O bien, yuxtapone oraciones para hacer que el lector se recree, recoja y asuma todo lo que está leyendo para marcar un tiempo más rápido y concentrado:“luego, en algún momento, lo seguía admirando, pero ya había dejado de leerlo” línea 26.
Por último, respecto a este plano, analizaremos las curvas tonales dado que son relevantes en cuanto marcan la actitud del emisor respecto del enunciado. El rasgo prosemático que predomina es el enunciativo afirmativo:“la apoteosis póstuma del escritor aboga a…..” línea 13.
Sin embargo, también tenemos casos de la modalidad dubitativa: “casi lo mejor de aquellos libros….” (Líneas 1-2) y desiderativa “que se quiera exhibir una parte….” Líneas 16-19. Vemos pues como es la entonación llana lo que predomina en el texto.
Ya en el plano morfológico predominan los sustantivos concretos (libros, línea, escritor, cenizas, vida) sobre los abstractos (curiosidad, lealtad, amistad). Esto nos indica el grado de concreción y realismo del texto. Sin embargo, y de acuerdo con el tema, la melancolía del escritor y la hipocresía de la muerte de García Márquez, son más importantes los abstractos porque nos sirven para definir aquellas cualidad que reúne el protagonista según el escritor del texto. Es por tanto, Márquez sinónimo de curiosidad literaria en él, lealtad hacia su obra y un amigo al que nunca conoció realmente.
Relevantes son todos los sustantivos propios (Gabriel García Márquez, Pedro Páramo, Aureliano Buendía, Onetti, Flaubert) que marcan el universo antropónico del texto, su carácter y la función metaliteraria en el texto apoyada por las obras literarias “Génesis, Quijote, En busca del tiempo perdido o La Ilíada”.
Por tanto, el texto está totalmente situado tanto a nivel literario como incluso topográfico “América” (L.1). De esta manera el escritor del artículo de opinión nos confirma que todo lo que está escribiendo tiene una base objetiva.
Referente al uso de los adjetivos, estos aparecen en su mayoría de manera pospuesta (finales tristes, apoteosis póstuma, reliquias milagrosas, realismo mágico). Destacaremos el ya comentado inciso- entrañable- que a través de la pausa que otorga el texto viene a ser la síntesis de todo lo anteriormente expuesto. Es decir, a través de este adjetivo se nos realiza una apreciación subjetiva de lo que significó García Márquez para él. Persona y escrito entrañable.
Del uso de determinantes, siguiendo a Dámaso Alonso en “Estilística y gramática del artículo en español” vemos como la mayoría de sustantivos ya aparecen actualizados mediante el artículo: el escritor reservado, el destino de las cenizas, la apoteosis póstuma, la muerte de…Con esto consigue el autor otorgarle una realidad absoluta y concreta producto de la mezcla entre objetividad que se ve obligado a escribir acerca de la hipocresía política y la subjetivada que produce la melancolía.
Siguiendo a Dámaso Alonso vemos también que los indefinidos marcar aquello que bien se desconoce (Alguien vino a…. línea 7) o bien aquello que aún no se ha actualizado en el texto y aparece por primera vez “una parte de las cenizas” (L-16) o “un gran espacio en blanco” (l. 33).
En cuanto al uso de los tiempos verbales vemos un predominio del presente de indicativo. Esto indica, por una parte el carácter realista del texto y por otra, el carácter actual del tema tratado. Así: me gusta, me hago quizás es, García Márquez es…. Sin embargo, también aparece el pretérito imperfecto como resultado de una acción pasada pero que ha vuelto a la memoria producto de la melancolía:
- “en el español de América eran…”
- “se leía la primera línea…..”
- “lo seguía admirando….”
Así como el pretérito perfecto simple para aquellas oraciones que indican una narración: “alguien vino…..” “Por lealtad a lo que me importó tanto….”
En cuanto al plano sintáctico predomina la hipotaxis sobre la parataxis. Así, las oraciones compuestas subordinadas:
“de muy joven yo leía a García Márquez para hacerme escritor”
“empezó a representar para mí una clase de escritor al que siendo muy ajeno”
Nos da una clara intención del objetivo del autor de marcar su punto de vista de la forma más sencilla posible pero otorgando toda clase de detalles.
Ahora en el plano léxico hemos de resalta la gran variedad léxica que formará el campo léxico-semántico de los dos sustantivos que nos han servido como tema: melancolía e hipocresía. Así, de melancolía tenemos mundo, misterio, literatura, joven, curiosidad, memoria, lealtad, escritor o amistad. Por otra parte de hipocresía tenemos gobiernos, apoteosis, reliquias, bibliotecas, escuelas, becas o difuntos.
Referente a la palabra clave destacaremos que esta es muerte (l.9) dado que es la palabra que propicia el tema de todo el texto y marca el carácter póstumo del texto (fusilamiento, tristes, tristeza, póstuma, cenizas, reliquias, urna, necrológicas, difunto, recuerdo, fantasma).
A modo de conclusión diremos que creemos que queda demostrado cual era la intención del narrador. Por una parte utilizar la melancolía que le recurre para realizar su peculiar homenaje a García Márquez y por otro criticar el aprovechamiento político y el ruido mediático que se está haciendo sobre su persona. Para ello emplea los diversos recursos que hemos explicado a lo largo de todo el comentario. Es necesario, por otra parte, especificar que se necesita de un lector, que siguiendo a Umberto Eco, conozca de sus teorías expuestas de “lector ideal” y de “contrato de lectura” pues de otra manera la coherencia, cohesión y adecuación del texto estaría totalmente perdida pues aunque entendería todo aquello que se expresa, el ya conocido “SPEAKING” de Hymes imposibilitaría su comprensión.
Hay una errata al principio del texto, más concretamente cuando se afirma "Este se caracteriza según José Luis Gómez-Albertos"; el nombre del autor es J. L. Martínez Albertos.
ResponderEliminarPor lo demás, gracias por compartir el comentario :).