3 de octubre de 2025

MIS ESCRITOS. CUANDO EL BALÓN ROMPIÓ LA JAULA, DE ALEJANDRO AGUILAR BRAVO. 2025

Estimados Poeliteratos:

En esta entrada os paso un cuento que se titula Cuando el balón rompió la jaula. Espero que os guste.
Atentamente,

Alejandro Aguilar Bravo.


CUANDO EL BALÓN
ROMPIÓ LA JAULA

A Anita siempre le regalaban muñecas, cocinitas y vestidos con volantes. Era lo que esperaban de ella: que jugara tranquila, que soñara con ser princesa, que aprendiera a ser delicada. Pero Anita no quería tronos ni coronas: lo que realmente hacía latir su corazón era un balón viejo que había encontrado en el garaje.

Cada tarde lo pateaba en secreto, inventando porterías con dos piedras, regateando las sombras del atardecer y celebrando goles que solo los grillos aplaudían. En esos momentos, Anita no era “una niña jugando como un chico”; era futbolista, y eso bastaba.

Un día, en el recreo, sus compañeros habían organizado un partido. Anita se acercó, con el balón en las manos y el corazón acelerado.

—¿Puedo jugar? —preguntó, con una mezcla de timidez y valentía.

Los chicos se miraron entre sí y se rieron.

—El fútbol no es para niñas —dijo uno.

—Vete a jugar con las muñecas —añadió otro, encogiéndose de hombros.

Anita sintió que las mejillas se le encendían, pero no retrocedió.

—Sé jugar —insistió—. Déjenme demostrarlo.

Hubo un silencio breve. Al final, aceptaron, convencidos de que tropezaría en segundos. Y sí, Anita cayó más de una vez. El barro manchó sus rodillas, pero cada vez que se levantaba lo hacía con más fuerza. Corrió, luchó cada balón, y al final marcó un gol. No fue perfecto, pero para ella fue como derribar un muro invisible. Por primera vez, el campo también era suyo.

Su padre, que la observaba desde lejos, guardó silencio. Pero dentro de él nació una certeza: su hija no peleaba solo por un partido, sino por algo mucho más grande, el derecho a elegir quién quería ser.

Con los años, aquel balón gastado fue sustituido por otros, pero nunca lo olvidó. Anita creció, se entrenó y se convirtió en jugadora. Cada vez que pisaba un campo lo hacía con la misma pasión con la que, de niña, chutaba contra las paredes del garaje.

El día que debutó en un gran estadio, con las gradas encendidas y el balón a sus pies, cerró los ojos un instante. Recordó sus rodillas raspadas, las burlas, las caídas, los partidos solitarios al atardecer. Todo eso seguía allí, dentro de ella, convertido en fuerza.

El árbitro pitó el inicio. Anita tocó el balón y sonrió. No jugaba solo por ella, sino por todas las niñas a las que alguna vez les dijeron: “el fútbol no es para ti”.

Y mientras el balón rodaba bajo sus pies, comprendió que los sueños no tienen género: son como el aire, como la luz, imposibles de encerrar en una jaula.

Alejandro Aguilar Bravo, Cuando el balón rompió la jaula, 2025

Cuestiones

  1. ¿Qué diferencias había entre los regalos que recibía Anita (muñecas, vestidos, cocinitas) y lo que realmente le hacía feliz?
  2. ¿Cómo reacciona el grupo de compañeros cuando Anita pide unirse al partido de fútbol en el recreo?
  3. ¿Qué simboliza el gol que Anita consigue durante ese primer partido?
  4. ¿Cómo evoluciona la relación de Anita con el balón a lo largo de los años y qué representa en su vida?
  5. ¿Qué significa la metáfora final: “los sueños no tienen género: son como el aire, como la luz, imposibles de encerrar en una jaula”?

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